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Dossier. Indio Solari

“La cultura rock ya no significa nada”

Fue el suceso editorial de principios de 2019, también el fin de una espera interminable de miles de seguidores que, desde aquel show en Olavarría, querían leer (o escuchar) sin filtros (o con los que él eligiese) su versión de los hechos y el recorrido por su vida y obra. Para los desangelados que buscan verdades tras sus canciones hay un mapa imperdible para seguir nuevas pistas. Para quienes lo detestan, el Indio queda expuesto por varias razones: se define políticamente, increpa con sus posiciones a los puristas, explica el recorrido de todos estos años y da cuenta del relieve de sus letras que integran el código cotidiano en varias generaciones que crecieron a su lado. Marcelo Figueras, autor y guía espiritual de la autobiografía Recuerdos que mienten un poco acompaña el relato en tono íntimo y compañero. Un libro que intenta explicar y amplificar porqué es tan inmenso el universo Indio Solari.

Por qué alguien que viene de la contracultura, la psicodelia y la autogestión edita sus memorias por una empresa multinacional? Ese fue el primer interrogante que me movilizó como editor y periodista para indagar en el contenido del libro. ¿Será que tendrá un registro lavado? ¿O que la injerencia en el sentido común e imposición en librerías que tienen estas empresas trasnacionales, le permitiría al Indio Solari "limpiar" su imagen luego de los sucesos de Olavarría, que la prensa organizada castigó y buscó sangre hasta la actualidad? Editar en una multinacional es una contradicción, al igual que el libro Sinceramente de CFK. Pienso que no tiene una explicación válida esa decisión desde los márgenes de la edición independiente. No hay forma de justificar que quieran darles las regalías a empresas que ellos mismos critican por posicionar candidatos o fugar divisas al exterior, entre otros negociados. Fuera de eso, el libro recorre todas las etapas de su vida: su infancia, sus viejos, las primeras inquietudes en el arte, los ochenta en La Plata, la masividad y miles de otros temas que completan las más de 800 páginas hasta la cercana actualidad, con muchas declaraciones políticamente incorrectas en dosis precisas, con ese tono tan Solari (entre compadrito y misterioso). De los primeros shows, pasando por la muerte de Bulacio, la pelea con Skay, el fin de Los Redondos, su etapa solista, sus posiciones artísticas y políticas (aún sin su pronunciamiento público a favor de la fórmula Fernández-Fernández), el desmadre en algunos de los shows y su presente alejado de los escenarios.

Este recorte de algunos de sus dichos pretende mostrar lo más destacado de este libro autobiográfico, que será una especie de biblia ricotera para el mundo del rock. Un diario de viaje para las futuras bandas que aún no se subieron a ningún escenario. Un registro de la autogestión que, tal vez, no llegue a repetirse ni pueda copiarse, pero que da pistas de que se puede –con creatividad y laburo– llevar adelante un proyecto sin esperar nada de nadie, salvo de quienes son los destinatarios de sus creaciones. Esa aventura tuvo y tendrá al mando el irrepetible sello del Indio Solari.

Un hombre de la psicodelia

Si hay algo que recorre y configura en muchos tramos el relato que narra sus más de 70 años de historia es la búsqueda de experiencias en distintos planos relacionados con el uso de sustancias prohibidas y viajes a otras dimensiones. Mucho de su trajín tiene que ver con eso, con ir más allá.

"Yo no tengo mucho trato con el pasado. Es algo que le debo a mi condición de hombre de psicodelia. Si quiero seguir siendo amigo de una persona, tengo que tener un proyecto en común, o al menos vernos seguido… Si tuviese que elegir cuál fue el cambio que marcó mi apreciación de la vida de modo más profundo, no me quedaría con los libros ni con el zen sino con la psicodelia. Yo creo en los buscadores de la verdad, más que en los que dicen encontrarla; y el tío Albert Hofmann (el creador del LSD) fue uno de esos. Los tipos a los que he admirado de verdad estaban muertos o estaban lejos, me ha tocado admirar poco a la gente que tenía alrededor. Lo máximo que he conseguido es acercarme a gente que estaba perdida como yo. Perdida en el buen sentido, claro… Yo compartí estas experiencias con poca gente en este mundo. La experiencia esencial no pasa por el mero hecho de tomar ácido, sino por aquello que estás buscando al hacerlo. El hambre, la sed que uno tiene de satisfacer una incógnita. El tipo que sólo sabe de vacas y toma opio, sigue hablando de vacas. La experiencia per se no te da sabiduría necesariamente. Ahora, si pretendés algo de verdad"...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

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Autor

Ignacio Portela