"Un artista debe vivir con los ojos abiertos. Pero nunca, por más apremiante que sea la realidad, debe abandonar el arte" Antonio Berni
Detenerse en una pintura de Berni es dejarse llevar por la mirada de un artista que utilizó siempre la vida de los humildes para expresar una realidad trágica, desigual. Del surrealismo al muralismo, pasando por el nuevo realismo, una historia de polémicas y hallazgos para conocer y mirar.
Juanito nació en Villa Cartón, allí trabaja juntando basura, recorre los chatarreríos, se baña junto a su perro en los charcos que se forman al costado de los basurales, juega a la bolita, remonta su barrilete, pesca, aprende a leer. Ramona llegó desde el interior en busca de un mejor porvenir. Fue sirvienta, obrera, prostituta y hasta tuvo un amante. Sin embargo, tanto Juanito como Ramona nunca dejaron de soñar con una vida más digna. Juanito Laguna y Ramona Montiel conforman dos arquetipos de los tantos pobres que tomó Antonio Berni de sus recorridas por las calles de Buenos Aires para llevar a cabo su proyecto cultural y político de reivindicación del oprimido.
Desde su trabajo reflejó diferentes momentos de la vida de estos personajes (que son las vivencias de toda una clase). "A Juanito y Ramona los hice precisamente en collage, con materiales de rezago, porque era el entorno en que ellos vivían.(...) Yo les puse nombre y apellido a una multitud de anónimos, desplazados, niños marginados y mujeres humilladas; y los convertí en un símbolo. Los rodeé de la materia en que se desenvolvían sus desventuras, para que de lo sentido brotara el testimonio", explicó el autor sobre estos personajes.
Berni es, quizás, el pintor argentino que más cruda e irónicamente mostró la realidad social de su época, un tiempo en el que la pobreza y la miseria fueron su tema principal, esa realidad que se encargó de denunciar hasta su muerte. Sus obras son una verdadera crónica de la vida política y social argentina, al tiempo que constituyen parte del intento del autor de crear conciencia de la vida de los sectores marginados.
Corría la década del 40 y el pintor ya había experimentado el realismo, el impresionismo, y el surrealismo.
Su paso por Europa lo llevó a tomar contacto con los más importantes movimientos plásticos, estudió en los talleres de André Lhote y Othon Friesz, se inició en el grabado de la mano de Max Jacob, conoció el surrealismo de Salvador Dalí, Paul Eluard, Luis Buñuel, Louis Aragon, para luego impulsarlo en América Latina. Sin embargo, el contexto político y cultural europeo de los años '20 y '30 crean en Berni una nueva concepción del rol del artista como actor social.
Tras adherir al comunismo, asume el compromiso de reflejar en sus cuadros la realidad del mundo que le toca vivir, utilizando su arte como denuncia del mundo marginal de los trabajadores. Ya lejos del ambiente intelectual europeo, regresa al país en plena crisis política, económica y social. En ese contexto, entiende que ni sus ideas ni su pintura pueden ya seguir siendo las mismas, por lo que avanza hacia un nuevo concepto plástico. Junto a otros pintores como Juan Carlos Castagnino,
Giambiagi y Policastro funda el 'Nuevo Realismo', tomando distancia del realismo socialista impulsado por el mexicano David Alfaro Siqueiros en nuestro continente.
Adopta como temática principal la situación latinoamericana, campesina, urbana y el presente del hombre en la sociedad desde una mirada más existencial, con personajes que el mismo Berni fotografiaba en manifestaciones y protestas callejeras. Para estas obras Berni utiliza la técnica del collage, transformando sus imágenes en superficies cargadas de elementos como latas, plásticos, hierros, maderas, telas, zapatos, juguetes, papeles, señales de tránsito, etc. Los cuadros y sus personajes están construidos con los mismos materiales que se encuentran en las villas. Para Berni, la pintura al óleo no es suficiente para expresar su crítica frente a la sociedad de consumo y ve necesario utilizar los objetos reales de la vida de Juanito y de Ramona, llevándolos al ámbito del arte y transformando lo culto y exclusivo del arte en algo cotidiano y popular. Se trataba de un nuevo discurso pictórico donde se combinan materiales y medio.
Tomó el realismo tradicional para agregarle una historia, describir un lugar, circunstancias, mediante la incorporación de elementos que él mismo juntaba del ambiente que quería representar. Berni dirá que se trata de la "incorporación directa del objeto, ya sea una cacerola, un pedazo de papel, un trozo de arpillera, es decir todos los residuos que se encuentran en la basura, para interpretar el medio que corresponde a un personaje que yo llamo Juanito Laguna".
Berni y el muralismo
David Alfaro Siqueiros impulsó la pintura muralista en México como la forma más revolucionaria del arte popular, junto a Diego Rivera y José Orozco, entre otros. Militante estalinista de la primera hora, Siqueiros repudiaba la pintura de caballete por considerarla propia de las esferas burguesas y profesaba que "la única pintura de vanguardia es pública y mural, de contenido revolucionario, proletario y campesino".
El pintor mexicano encontraba en el mural la única posibilidad de llevar a cabo un "arte proletario". Con esas ideas llegó a Buenos Aires en 1933, en un contexto político donde no era posible profesar discursos revolucionarios. El gobierno de Agustín P. Justo, la Liga Patriótica y La Legión Cívica amenazaban públicamente quemar los espacios donde Siqueiros diera conferencias o quisiera expresar su arte.
Junto a Berni, Lino Spilimbergo, Castagnino y Enrique Lázaro llevaron a cabo el 'Ejercicio Plástico', un mural pintado en los muros de la residencia de Natalio Botana, por entonces director del diario Crítica, ubicada en Don Tocuato, ya que las paredes públicas le fueron prohibidas al artista. Antonio Berni compartió en un principio las ideas del mexicano, con pinturas de composiciones escenográficas, de frontalidad dominante y grandes dimensiones como 'Desocupados' de 1934; 'Manifestación' de 1934 y 'Chacareros' en 1935. En 1944 creó el Taller de Arte Mural junto a Castagnino, Spilimbergo, Urruchúa y en 1946 pintó junto a ellos los murales de la Galería Pacífico. Sin embargo Berni, tiempo después, discute y niega el realismo socialista profesado por Siqueiros por considerarlo un real retroceso artístico, advirtiendo "la imposibilidad, en nuestro país, de una experiencia sostenida en la actividad muralista semejante a la mexicana".
La crítica de Berni al muralismo se basa en que "creer que sólo es posible hacer pintura de contenido revolucionario en lo mural y público nos lleva, dentro de nuestra realidad socioeconómica, al oportunismo o a la inactividad. Porque los muros, que pertenecen a los capitalistas, nunca serán entregados para atacar en ellos con imágenes su sistema. Siqueiros mismo no pudo salvarse de esta consecuencia. Su obra final, es una adaptación camuflada de la realidad de México, que dejó de ser revolucionaria". (...)
(La nota completa en Sudestada 26)
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