"El compromiso es un arte que eleva espírítus"

"Así estuve: reposando en la que iba a ser mi semana más activa", concede a media voz el trovador Gastón Nakazato desde Oberá, Misiones, ya alejado de una faringitis que lo obligó a frenar en días arduos. A quedarse en silencio literal en su casa: su tierra natal. Justo cuando planeaba volver a Buenos Aires para comenzar a presentar las canciones de su tercer disco, Naciente, el 14 de noviembre en el Centro Cultural San Martín y luego en Córdoba, en Espacio El Vecindario. Y en el callado reposo de esos días, al analizar lo vivido antes de los primeros síntomas, lo supo: el cuerpo, tanto como la voz, reflejan lo que pesa alrededor. Por eso se ve: "Estoy pensando (imaginando) las próximas notas que cantaré".

Y se mira días atrás en los porteños Estudios del Nuevo Mundo, de Litto Nebbia: el rostro oscuro, como el cabello crespo y la breve barba en el mentón. Su camisa muy años sesenta, sus dedos negros sobre una guitarra criolla, sonriendo tal vez. Allá en Oberá, Gastón Nakazato anhela nuevos viajes y escenarios, la voz recobrada tras la infección. "Este ha sido un año intenso", dice. Por las venidas a Buenos Aires para grabar el disco Naciente, por sus esforzados recorridos por otras provincias y por sus horas volcadas a los proyectos culturales y sonoros en Oberá, adonde nació en 1974, un 25 de abril. "Sí, venía muy enchufado y de un lado para el otro: son muchos cambios".
Esa voz -de amplio registro- se abrirá en nuevas noches de melodías, elevándose con soltura y sin quiebres al entonar las canciones de Naciente. Iluminadas -como siempre- por el amor por Los Beatles; por su mirada de cantautor independiente en lazo con otros de esta generación; por su vibración litoraleña reuniendo otras tradiciones (lo folklórico, el rock argentino y Brasil, del otro lado de su frontera personal). Hoy, a los 39 años, se presenta en potencia de grupo, Nakazato & Santo Remedio, y expresa lo que Naciente reconfirmó en él: "La música eleva condiciones muy hondas que se traen desde el inicio de la vida. Es el nexo de lo primitivo con lo futuro: el presente en sí mismo. De eso se trata mi búsqueda poética y musical. En mis líricas hablo de nuestra existencia planetaria, cósmica, y la de nuestros orígenes más puros", cuenta Nakazato.

Las metáforas conectan con las armonías -hasta las más intrincadas- de sus canciones; con su certero despliegue en la guitarra acústica y, allá arriba, su voz inimitable, alimentada del color de Luis Alberto Spinetta tanto como de los tonos verdes que marcan las cadencias de Oberá: una tierra de privaciones, ausencias, pobreza, y también proyectos autogestivos. La que inspiró sus vivencias, que narró con imágenes surrealistas en torno a su universo -interior, geográfico, social- ya en su primer disco, Innube (De la Mente Records, 2004), grabado con un plantel clave de instrumentistas entre los que estaban el baterista Cacho Bernal, Mauricio Bernal en teclados, Osvaldo de la Fuente en guitarras, Juan Núñez en bandoneón, entre otros.

¿Por dónde entretejer en palabras lo naciente? ¿Qué caminos ligan sus clases primeras en Oberá, su paso por la Licenciatura en Composición en la Facultad de Bellas Artes de La Plata y las grabaciones y mezclas de este tercer disco (al igual que el segundo, Nakazato, de 2006) en los Estudios del Nuevo Mundo? El propio Litto Nebbia participa cantando en la atrapante "Verdemiel": "Todo es esto amor, aun cuando me muera un poco más, voy cayendo hacia vos./ Sin saber de ti junto flores ebrias de un dolor, y en las noches lunas son".

(La nota completa en Sudestada Nº 125 - diciembre de 2013)