Buscar

Dossier

La Patria fumigada

El lado oscuro del negocio millonario de la soja, del país del monocultivo, del imperio de Monsanto. Un mundo oculto por los medios, expertos en mensurar estadísticas, pero oportunamente indiferentes en la amenaza ambiental y sanitaria que sobrevuela a millones de argentinos. ¿Qué son los agrotóxicos? Representantes de distintas poblaciones que sufren en forma directa las consecuencias de las fumigaciones ofrecen su testimonio: Sofía Gatica, de Madres de Barrio Ituzaingó; Edgar Fontanellaz, de Firmat por la vida; Laura Mazzitelli, de La Leonesa, Chaco. Además, el aporte de especialistas que explican los efectos de los agroquímicos sobre las personas y el medioambiente.

Cuando se escucha la palabra "agrotóxicos", aunque no se sepa exactamente qué es, dan ganas de salir corriendo. Bien lejos, a otro planeta. Aunque sea por instinto se sospecha que esa combinación de once letras no puede estar relacionada con nada bueno. Sin embargo, sus efectos trascienden la palabra; están ahí, cada vez se usan más, y se torna imprescindible entender las consecuencias que provocan en las personas, el aire, el agua, la tierra, los animales. Hay que conocer las leyes que regulan su aplicación y pensar si sirven y si se cumplen, si existen las fumigaciones que no envenenan o si la lucha tiene que ser a todo o nada.

Por definición, los agroquímicos son sustancias que se aplican en los cultivos para combatir plagas -insectos, hongos, roedores- o vegetales invasivos. También existen los fertilizantes, que se aplican para mejorar la calidad del suelo. Esto, a simple vista, no parece inquietante. Sin embargo, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) advierte en su página web que tanto los plaguicidas como los fertilizantes son todos tóxicos. Todos. En mayor o menor medida dependiendo de sus componentes, la forma en que se usen o las precauciones que se tomen. Algunos como el arsénico, el DDT, el 2.4-D, entre otros, están prohibidos en forma total por considerarse altamente peligrosos.

El endosulfán, uno de los más conocidos, está prohibido y con un plan de eliminación progresiva. Era comercializado por Laboratorios Bayer, empresa que en 2009 reconoció su peligrosidad y que, en una declaración firmada por su directora de Relaciones de Inversión, Judith Nestmann, informó: "Planificamos terminar las ventas de endosulfán para fines de 2010 en todos los países donde todavía se encuentra legalmente disponible". Lo que todavía no sucedió, ya que el plazo para el retiro total vencerá en 2013. De esta forma, se protege el sustento económico de la empresa al permitirle la posibilidad de quitarlo gradualmente, mientras las personas y el medio ambiente se siguen contaminando.

El que tiene el puesto número uno en la lista de los más repudiados, aunque tal vez no sea el peor, es el glifosato. Es famoso por ser el que más se usa en los campos de soja y por ser comercializado principalmente por la corporación estadounidense Monsanto, que vende las semillas transgénicas y los agroquímicos con que se fumigan: un combo millonario a nivel mundial.

Para aclarar algunas cuestiones técnicas, Sudestada habló con Julio Denoia, ingeniero agrónomo y docente de la Universidad Nacional de Rosario. Explicó que los agroquímicos se utilizan principalmente "sobre cultivos de soja, maíz o algodón que tengan incorporados el gen de resistencia al glifosato (se los denomina cultivos RR -Roundup Ready- o RG -Resistente a Glifosato-). Hoy, el principio activo puede ser sintetizado por otras empresas además de Monsanto, pues ya hace tiempo que se venció el plazo de exclusividad. La conjunción de la modificación genética del cultivo de soja y el empleo del glifosato abrió un camino hacia la apropiación de una renta muy atractiva para la mayoría de los actores del agro (pools de siembra, contratistas, propietarios, proveedores de agroquímicos, fabricantes y vendedores de maquinaria agrícola, y los estados provinciales y nacional). En todos esos casos, las ganancias se priorizan por encima del impacto de la tecnología sobre el medio ambiente y la salud humana, aun la de los mismos sujetos intervinientes y la de sus familias".

Los efectos en la salud

En agosto de 2010 se realizó en Córdoba un encuentro de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados. Allí elaboraron un informe en el que detallan las consecuencias de los agrotóxicos en la salud de las personas y en el medioambiente: "Si bien las manifestaciones de intoxicación aguda son la demanda cotidiana de estos pacientes, lo que más alarma a los médicos de los pueblos fumigados son dos observaciones principales: en primer lugar, una mayor cantidad de recién nacidos que presentan malformaciones congénitas y muchos más abortos espontáneos que los que habitualmente se producían en sus poblaciones de pacientes. En segundo lugar, una mayor detección de cánceres en niños y adultos, y enfermedades severas como púrpuras, hepatopatías tóxicas y trastornos neurológicos".

En el informe toman como uno de los casos emblemáticos el de la localidad de La Leonesa, en el Chaco, donde se detectó que, a partir de la instalación de una arrocera que utiliza plaguicidas, aumentaron los casos de malformaciones congénitas en recién nacidos, infertilidad, abortos espontáneos, cáncer, alergias severas de piel y respiratorias, problemas hepáticos graves, tumores cerebrales. La doctora Ana Lía Otaño, delegada nacional del Ministerio de Salud en el Chaco, explicó que "los estudios que se hacen se basan en estadísticas, porque los químicos producen el daño pero después se degradan y ya no se pueden detectar. Pero sí se puede evaluar que en las zonas que son fumigadas hay muchos más casos que en las que no lo son. Se toma el glifosato como modelo, pero hay peores.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 112 - septiembre 2012)

Comentarios

Autor

Carolina Uribe