Diez años en la calle

¿Cuándo fue que comenzó este tránsito? ¿Cómo germinan las ideas, de atisbos mínimos, de aspiraciones humildes, hasta crecer y proyectarse en brazos y manos que alcanzan a todo un país, a tantos compañeros? ¿Cuánto de este proyecto colectivo somos nosotros, cuánto cada entrevistado y reseñado, y cuánto ustedes, nuestros amigos lectores, después de tanto tiempo compartido? ¿Por qué elegimos no olvidar a los referentes de un espacio político heterogéneo, sin rótulos, sin límites? ¿Para qué rescatar experiencias militantes y populares dispersas en un pasado siempre cercano en nuestra redacción, tan a mano para nunca olvidar y para seguir el ejemplo de tantos? ¿Quiénes son esos amigos que hoy, y siempre, recorren con sus ojos inquietos las páginas de esta revista, cuánto se parecen ellos a nosotros, qué discusiones nos proponen de frente a la letra impresa, qué sonrisas se dibujan ante cada personaje rescatado? ¿Comparten con nosotros la íntima alegría de descubrir la revista colgada de un broche en el kiosco del canillita, otro cómplice de esta aventura desde hace años ya?

¿Dónde están ahora los funcionarios del subsidio, los empleados de la pauta oficial, los que hoy se muestran transgresores y rebeldes y ayer nomás, tan funcionales, tan disciplinados soldados del aparato? ¿Qué sueñan estos mercenarios de la renta, esos buscas de la cultura de ministerio y billetera generosa, esos que hoy pretenden dar lecciones de lo "alternativo"? ¿Qué enseñan en las universidades los docentes del periodismo cuadriculado, ese de pisar cabezas para conseguir una pasantía, ese de proponer llegar a un medio grande como un triunfo épico? ¿Cuándo dejamos de escuchar las voces agoreras de los evangelistas de la verdad revelada, cuándo se quedaron sin palabras ellos, justamente, los que siempre tienen respuestas para todo y jamás se equivocan?

¿Cuántas sombras cálidas nos han abrigado en este andar a los tropiezos, en este sinuoso vuelo bajo de prensa independiente, en este silencioso construir de todos los días, sin descanso, sin excusas, mochila al hombro arriba del furgón, agotando veredas recorridas? ¿Acaso los rebeldes de bolsillo saben de los kilómetros acumulados, de los tablones cargados en la camioneta, del desembarco en cada feria de provincia con cajas llenas de revistas, de las horas en el stand, de los mates compartidos con tantos compañeros, de los amigos cosechados en esos viajes que no paran de hacernos crecer? ¿Qué saben del esfuerzo de tantos amigos y colaboradores que distribuyen la revista en cada provincia, de armar los paquetes para los expresos, de las visitas al correo cargados de sobres para suscriptores? ¿Por qué, después de diez años de trabajo, nos seguimos haciendo estas preguntas, una y otra vez?

¿Por qué no tenemos respuestas ahora, ni sentimos haber llegado a ningún lado? ¿Quiénes nos murmuran al oído que falta mucho, todavía, que hay que mejorar y perfeccionarse, que faltan voces en la publicación y que nos quedan tantas historias para reflejar? ¿Qué viento nos empuja, hoy, otra vez, a perseguir ese sueño inasible que alguna vez llamamos Sudestada por primera vez, a cargar las mochilas y salir a la calle, como tantas otras veces?