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Entrevista con Pedro Aznar

"Busco la palabra preñada de espíritu"

A pocos días de haber finalizado los ciclos de presentación de su disco unipersonal A solas con el mundo, en el que reversionó en vivo a buena parte de los compositores y las canciones que abordaba hacía años como joyas sueltas en sus shows, un diálogo de alto despliegue vocal e instrumental con sus propias memorias. Pedro Aznar se encamina junto a su nueva banda a los temas, propios, de su nuevo trabajo por venir: la continuación, en potencia melódica y sencillez lírica, de su anterior disco doble Quebrado. Entre imágenes y búsquedas acerca de aquel disco grabado en soledad compartida, su relación de años con la poesía y su concepción del rol del artista frente a su época y a sí mismo, Aznar se detiene en este encuentro con Sudestada.

Es un espacio en luz clara, no menos secreta, con deseos de melodías sin red, el que envuelve a Pedro Aznar y a su corazón para seguir creando y cantando en soledad. Ahí está él, en la nocturna intimidad, frente a un amplio ventanal que da a su balcón bordeado de plantas en su estudio de música, barrio porteño de Belgrano. Lo rodean su piano, unos sofás, varias plantas de interior; hay enfrente, una pila de ropa de abrigo "para ser donada a la campaña de Red Solidaria", dice, y se reconoce en otros detalles delante: "una Katrina mexicana: una muñeca-esqueleto del Día de Muertos en versión cantora de corridos -con botella de ginebra en la mano-, varios discos por escuchar y un mazo de cartas-consejos de pensamiento alternativo que diseñó Brian Eno y se llama Estrategias Oblicuas".

Y abre los ojos hasta unos pocos días atrás: el 23 de julio, en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, Pedro Aznar volvió a escuchar de su voz nuevas preguntas consigo mismo, junto a los demás. El bajista, guitarrista, poeta, compositor, productor, entre otras pasiones en más de 35 años, cerró una vez más los tiempos (la larga gira) de presentación de su disco en vivo, y unipersonal, A solas con el mundo. Aquel que se oyó y se grabó -en alta definición- hace un año, en agosto, como compendio de una larga performance de cinco conciertos. Y entonces decidió regresar al vivo para despedirlo, ya encaminándose -con banda nueva- a la potencia de los nuevos temas propios, todavía en la cocina de la noche.

¿Qué respuestas personales había elegido cobijar en A solas con el mundo? Diez canciones: sus versiones-homenajes a varios autores cercanos a su memoria, y que -recuerda- llevaba a sus conciertos (tanto oído y años detrás) como joyas sueltas, bises o puentes a otros proyectos, él solo o a dúo con otros artistas. Hasta que se decidió a grabarlas sin nadie más: lo provocó el que la gente le escribiera, le mandara mensajes pidiéndoselo, insistiendo por esos temas. "¿En qué disco hacés vos ‘Amelia'? ¿En cuál, Pedro, aquel tema de Cazuza sobre el amor? ¿Lo seguís cantando? ¿Qué pasó con el de George Harrison, ese del solo de viola con la voz?", siguió leyendo Pedro Aznar, tantas veces, frente a su computadora, hasta que se dio cuenta de que no eran pocas esas canciones para un disco posible, latente. Y "me dieron ganas de grabarlo en vivo, con la misma energía, con la gente presente", rememoró en una entrevista a Tiempo Argentino, antes del primer show de despedida de A solas con el mundo: el 11 de junio en el Teatro Coliseo.
Esa noche, la voz de Aznar volvería a entrar en diálogo con aquella otra de un año atrás, y sus anhelos con la canción -en soledad- compartida. Como escribió él para despejarlo: el espectáculo A solas con el mundo es "una suerte de autobiografía musical, donde repaso buena parte de mis influencias y raíces artísticas y donde cuento y canto las semillas que han ido dejando en mí los viajes de conciertos por el mundo y las colaboraciones con artistas de las más diversas nacionalidades y estéticas". Así, reviendo voces, "de Atahualpa Yupanqui a Joni Mitchell, de George Harrison a Cuchi Leguizamón, de Cazuza a Violeta Parra, el recorrido de este show homenajea a mis fuentes, muestra mi presente como autor e intérprete y anuncia los rumbos de mi futuro".

-¿Qué sensaciones te dejaron aquellas noches de encuentro de tu voz y de las canciones que traés como universos personales? ¿Qué nuevas miradas sobre ellas se abrieron tras haberlas tocado por tantos lugares?

-Cada público tiene su propia personalidad, cada ciudad es un mundo nuevo. Las canciones proponen desafíos de interpretación siempre ligeramente distintos, porque el intérprete no es exactamente el mismo, tampoco, de un día al otro. Muchas veces es el paisaje que ha cambiado en el afuera el que hace cambiar el de adentro.

-Para vos, la idea de soledad, ¿es una búsqueda de calma, de estar con tantos otros desde lo más despojado, o simplemente el poder mirarte para un nuevo punto de partida?

-La soledad habitada con gozo es un espacio que propicia la creación, porque es un lugar y un momento de encuentro con uno mismo. A pesar de la calma exterior que pueda acompañarla, lo que uno encuentra dentro de sí puede ser también una tormenta o un grito. Esa soledad es, después, puesta en diálogo con la mirada del oyente, que completa un círculo de intimidad con las canciones al aportar, a su vez, su propia soledad y su emoción personal ante la obra de arte.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 101 - agosto 2011)

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Autor

Patricio Féminis