Ni los indignados de España ni Grecia. Son miles de chilenos que están saliendo a las calles para expresar su descontento con un modelo económico y político diseñado e impuesto por la dictadura y conducido con leves maquillajes, en 20 años de gobierno de la Concertación y hoy por Sebastián Piñera. Primero, los habitantes de Magallanes contra el alza del gas; luego, quienes se oponen al proyecto hidroeléctrico Hidroaysén. En dos semanas, los estudiantes universitarios que exigen educación pública de calidad y los secundarios, la nueva generación de "pingüinos". ¿Revolución? No. Pero entra en escena una nueva generación para hacer preguntas y también para responderlas.
El fenómeno ha sido expansivo: fue en enero, la protesta de los habitantes de la austral región de Magallanes contra el alza del gas; luego, en mayo, quienes se oponen al proyecto hidroeléctrico Hidroaysén marcharon por miles en las calles de Santiago y las principales ciudades chilenas. En apenas dos semanas, las calzadas y veredas volvieron a repletarse con los estudiantes universitarios que exigen educación pública de calidad; junto a ellos, los estudiantes secundarios, la nueva generación de "pingüinos". Surgen lemas como la renacionalización del cobre, la educación gratuita, y el fin a la constitución de 1980.
¿Revolución? No. ¿Situación pre-revolucionaria? Tampoco. Pero comienzan a saltar ciertas costuras del sistema. Y entra en escena una nueva generación para hacer preguntas, y también responderlas.
Uno. La lucha por la igualdad
Hay un elemento que ya ha sido destacado: Los jóvenes que intervienen en las manifestaciones estudiantiles han nacido, y si no criados, en democracia. Es decir, cuentan con una distancia considerable de la represión dictatorial, y de la vigilancia que el mismo Pinochet aplicó a los primeros años de gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, a inicios de los 90. Así como de la llamada "política de los acuerdos" que esos mismos gobiernos desplegaron para no incomodar a los empresarios, los favorecidos con el modelo económico.
Sin embargo, hay más. Si hubiera que encontrar un común denominador para las manifestaciones en que miles de chilenos han participado en estos meses, uno sobresale con creces: la lucha por igualdad.
Esto no es menor en uno de los países más asimétricos del mundo. Las cifras macroeconómicas, esas que indican que el país crecerá más de un 6% este 2011, no revelan lo que acaece en la vida cotidiana de millones de chilenos. Para Andrés Zahler Torres, investigador y profesor del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales, de Santiago: "El 10% más rico de los chilenos vive de hecho como en un país muy rico. El ingreso promedio de este grupo (más de $60.000 dólares per cápita, en términos comparables) es superior al promedio de Estados Unidos, Singapur y Noruega. El segundo grupo, (segundo 10% más rico), vive levemente mejor que Hungría, con ingresos similares a Eslovaquia y Croacia, países de ingreso medio-alto. Este 20% es el Chile que vive bien o muy bien. El otro Chile, que es la gran mayoría del país, vive en un país de ingreso medio o, lisa y llanamente, en un país de ingreso bajo (...). En la práctica, el 60% del país vive con ingresos promedio peores que Angola".
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 101 - agosto 2011)
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