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Entrevista con Angye Gaona

"La poesía me defenderá"

Desde Colombia, tras su reciente liberación de la cárcel, la poeta Angye Gaona responde las preguntas enviadas por Sudestada. Un panorama de la persecución que se abrió sobre ella y sobre muchos otros intelectuales y luchadores sociales en una tierra asediada por la represión. Un diálogo sobre poesía y resistencia.

Si le piden que se presente, se define como una mujer creativa y misteriosa; en el antimeridiano de la vanidad, agrega: "como todas". Concibe a la poesía como una forma de conocer el mundo, y no como simple divertimento o evasión. "Me he motivado hacia la creación porque me parece un acto de esperanza y de libertad en mitad de las circunstancias de exclusión en el mundo actual". Si tiene que mencionar un puñado de datos sobre sí, señala que tiene una hija de cinco años y que como madre sigue a su niña en todo. Escribe; participa en la vida cultural de su tierra, coordina talleres de escritura y poesía. Planea seguir publicando poemarios, a la par que está ideando una revista de libre expresión con trabajos de personas privadas de su libertad. Cuando menciona la causa judicial en su contra, se pronuncia sin dudarlo: "es la poesía misma la que me va a defender".
Hace algunos meses, al buscar su nombre en la web, que figura entre los poetas jóvenes de nuestro continente, solíamos encontrar poemas suyos, o informaciones relacionadas a sus publicaciones; una ponencia sobre literatura y experimentación estética, o su presencia en el festival de poesía de Medellín. En la actualidad, su nombre ingresado en cualquier buscador da lugar a cientos de páginas de poetas, intelectuales y organizaciones políticas y sociales en solidaridad con ella y con los presos políticos colombianos.
Habla Angye Gaona, poeta; presa en las cárceles del Estado terrorista colombiano, y recientemente liberada.

-¿Cuándo te detienen y en qué circunstancias?

-El 14 de enero de este año, regresaba de Venezuela a mi país, acompañada de un cargamento de libros de poesía y LPs de música clásica. Entré a registrar mi entrada a Colombia y me informaron, en la ventanilla del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad colombiano), que tenía una orden de captura. Desde ese momento, cambia mi vida que continuará, en los siguientes cuatro meses, en la cárcel de mediana seguridad en esa ciudad fronteriza, Cúcuta.

-¿Qué aducen los captores?

-Desde el principio se me hace absurdo tanto la captura como el delito que se me imputa. Se trata de un "concierto para delinquir", inicialmente. Luego, se habla de "narcotráfico" y, finalmente, "rebelión". En ese momento, la pérdida de la libertad, acusada de narcotráfico, capturada por el DAS (institución que ha sido cuestionada por sus nexos con carteles de la droga), todo esto cayendo sobre una mujer como yo que, deliberadamente, he elegido una vida sencilla, alejada de la codicia en que se inmiscuyen y se pierden los seres humanos, me pareció un hecho demencial, una broma pesada. Nunca terminó de serlo y se convirtió en una agresión más a la humanidad sensible y a la tierra que se desgasta irrazonablemente todos los días. Durante mi reclusión comprendí que por una insensatez estaba en prisión y por otra saldría, y así sucedió.

-¿Qué implica desde lo personal, y desde tu mundo poético, esta persecución que has sufrido? ¿Qué huellas dejan esos días de encierro para vos y para tus versos?

-Nadie sufre como un preso y quizá nadie más que un prisionero de conciencia. Fui testigo del sufrimiento de cientos de mujeres, sometidas a los extremos rectilíneos de la racionalidad, cuando somos, se sabe, la flexibilidad, la intuición, la curva. Las imágenes de la prisión que llevo grabadas en mi alma logran afinarme la certeza de que las cosas deben cambiar para la especie y terminan de convencerme de que el sueño revolucionario de la poesía, que no admite el lenguaje fatigado del mundo actual y sus mecanismos retardatarios, está vigente. El suplicio en las prisiones de la tierra es la prueba de lo urgente de organizar la sociedad. La gente presa no ha tenido mayores oportunidades de vida más allá del crimen debido a la desorganización social. La prisión los hunde en humillaciones y, después de eso, sólo pueden seguir viviendo volviéndose más perversos. Y yo estaba ahí como testigo. Advertía a mis captores que un poeta preso, un hombre o mujer consciente que caiga prisionero, se vuelve muy poderoso; se produce un efecto contrario al que ellos presumen. Lo rodean las fuerzas indecibles de la naturaleza móvil y portentosa, hasta que esas mismas fuerzas se vuelven contra sus captores.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 101 - agosto 2011)

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Autor

Mariano Garrido