Belgrano sigue valiendo diez veces menos que Julio Argentino Roca. Es decir, un terrorista de Estado tiene un billete diez veces más valioso que un libre pensador que fue protagonista de Mayo. Pero detrás de una fenomenal injusticia, irrumpe el desconocimiento deliberadamente construido sobre los hechos e ideas de aquel desesperado descendiente de italianos. Belgrano es famoso y, también, ignorado.
Parece que fue una gran persona e hizo mucho por el país. Lo que pasa es que todo parece muy lejano y para nuestro presente, Belgrano ni fu ni fa... -dicen con sinceridad dos chicas y un pibe, estudiantes de una escuela técnica del norte rosarino, en cuyas barrancas, hace doscientos años, el principal ideólogo de la revolución de Mayo y la independencia de América del Sur inventara una bandera para darle alguna esperanza a los mil quinientos desesperados que lo seguían sin entender semejante pasión por la construcción de un país que, por entonces, no existía-.
Manuel Belgrano, famoso y desconocido, no solamente es el creador de la bandera sino también el impulsor de sueños colectivos inconclusos como la igualdad, la democratización de la tierra, el respeto por los pueblos originarios, la educación para todas las hijas e hijos del país y la defensa de la naturaleza.
Banderas revolucionarias que deberían ser tenidas en cuenta cada vez que se lo recuerda o se lo cita para cualquier cosa.
Principios por los cuales aquel brillante abogado y dirigente político dejó de lado sus comodidades materiales y personales y consagró su existencia hasta morir en la pobreza y el silenciamiento. Condenas concretas impuestas por las élites que jamás le perdonaron sus decisiones a favor del gauchaje, las comunidades indias y en contra de las clases dominantes.
"Se han elevado entre los hombres dos clases muy distintas; la una dispone de los frutos de la tierra, la otra es llamada solamente a ayudar por su trabajo la reproducción anual de estos frutos y riquezas o a desplegar su industria para ofrecer a los propietarios comodidades y objetos de lujo en cambio de lo que les sobra. El imperio de la propiedad es el que reduce a la mayor parte de los hombres a lo más estrechamente necesario", escribió Manuel Belgrano, en La Gaceta el 1 de septiembre de 1813, treinta y cinco años antes del Manifiesto Comunista de Carlos Marx.
Las banderas de Belgrano cuestionan el presente de las provincias donde tuvo activa participación en pos de una independencia que generase la felicidad del pueblo, "el objetivo de la revolución y la política", según sus propias palabras.
La distribución de tierras que plantea en el "Reglamento para los 30 pueblos de Misiones" de diciembre de 1810 es el exacto contraste al latifundio que hoy se impone no solamente en aquella provincia, sino en otras.
Su alianza con Martín Miguel de Güemes y el impulso del llamado fuero gaucho que liberaba al trabajador rural de las demandas de sus patrones le costó la traición de las clases acaudaladas de Jujuy, Tucumán y Salta pero, en forma paralela, introdujo a las masas de los pueblos originarios y explotados por generaciones a la lucha por la independencia que fue lograda por aquellas medidas de Don Manuel.
Los hechos y las ideas de Belgrano en relación directa con el presente de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Rosario, Buenos Aires, Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero marcan el profundo desconocimiento de su prédica y los efectos de una forma de difundir la historia ajena a las urgencias del presente.
Hay que celebrar el primero y último símbolo de identidad que es la bandera, pero también es preciso pensar, discutir y hacer visibles las otras banderas de Belgrano, aquel revolucionario cuyas ideas sirven para el presente y el futuro, no solamente para pensar lo sucedido.
El político de la revolución
"El vestido de los héroes de la Patria, siempre tirados y siempre en trabajos y poco menos que desnudos", escribió Don Manuel en una de sus 370 cartas reunidas en el llamado Epistolario Belgraniano, de reciente edición.
El párrafo hace mención a sus compañeros de armas. Los describe como héroes de la Patria. Son anónimos. Pero ellos son los héroes. Los protagonistas de la historia. Para Belgrano, entonces, el sujeto social son las masas anónimas, las que combaten en el interior en pos de una nación americana.
"Llora la guerra civil y destruidora en que infelizmente está envuelta la América", se lamentaba el dirigente que había sido educado en España en medio de las privaciones económicas propias y las de su familia. Se recibió de abogado, volvió, y a los 24 años ya era secretario del consulado en Buenos Aires.
Ya estaba "hecho", según el malversado sentido común de estos tiempos. Sin embargo, repetirá una y otra vez un concepto político existencial desmesurado. Una infranqueable intransigencia contra toda forma de corrupción. "Ofrezco a VE la mitad del sueldo que me corresponde, siéndome sensible no poder hacer demostración mayor, pues mis facultades son ningunas y mi subsistencia pende de aquel, pero en todo evento sabré también reducirme a la ración del soldado, si es necesario, para salvar la justa causa que con tanto honor sostiene VE", dijo e hizo el abogado economista transformado en militar.
(La nota completa en Sudestada Nª 119, junio de 2013)
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