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Plástica

Julio Ibarra, ilustraciones con luz propia

Hay gestos adustos y ceños fruncidos. Hay rostros graciosos y semblantes apagados. Las criaturas del dibujante Julio Ibarra parece que hablan desde la caricatura. No se trata de imitar sino de crear desde la observación, de interpretar a partir de la sensibilidad de un arte diferente. El de un dibujante, un personaje y, en el medio, una página en blanco.

Se ha dicho tantas veces que es difícil eludir el lugar común: la caricatura es el arte de la exageración de los defectos. Pero en las ilustraciones de Julio Ibarra, es algo más profundo que eso. Se trata de iluminar detalles ocultos o inadvertidos, de recortar el rostro del personaje en busca de arrugas, pero también de un gesto propio, de una huella de identidad que es sencillo pasar por alto en una fotografía. Se trata, en todo caso, de la interpretación artística que persigue una marca imperceptible, que procura comunicarnos un mensaje de aquel caricaturizado, como un viaje al interior del alma del personaje.

En ese sentido, las criaturas de Julio Ibarra son pura luz. Por eso, la reciente publicación de su libro Geometría por una editorial ecuatoriana es una excelente excusa para conocer los rituales y perspectivas de un artista singular, que ha logrado construir su propio estilo, inconfundible, personal. "Me contactaron por Facebook, un gran ilustrador llamado Alberto Ruiz y su esposa Margarita Ledesma, dueños de una editorial en Ecuador llamada Xupuy, donde producen libros de una calidad asombrosa. Ellos ya conocían mi trabajo y me propusieron hacer mi propio libro, el sueño del pibe. Así que elegí una buena cantidad de dibujos tratando de buscar un lineamiento que se identificara con mi estilo, buscar una coherencia en cada personaje. Quería publicar los dibujos que tenían más acercamiento al título del libro, Geometría, ya que aplico allí algunas leyes matemáticas en composición y encuentros con la sección áurea, no buscando el aburrimiento que indica la palabra, sino en forma intuitiva".

El artista de frente a la página en blanco es todo un dilema. El dibujante ante una foto, en busca de una huella para seguir, es otra de las preguntas que le acercamos a Julio: "Lo primero es encontrar lo cómico que hay en su rostro y luego ver cada parte como una forma. Estas formas van mutando. Yo trabajo en eventos empresariales y sociales dibujando en vivo a los invitados a modo de show y souvenir. Cuando realizo las caricaturas en vivo, la gente tiene muchas expresiones y a veces resulta difícil encontrar la indicada, ya que no los conocés. Por eso a veces es más sencillo dibujar a un amigo, porque lo podés hacer hasta de memoria. Lo interesante es realizar a alguien ajeno a vos. Te mandan fotos con unas expresiones muy raras... Un personaje fue fotografiado por su esposa, me envían ‘esa' foto, con cara de haber tomado sol durante horas en la playa, y me explican: ‘Acá te envío esta foto. Carlos quedó insolado, pero hacelo bien blanquito porque él no es así... aparte tiene el pelo con rulos'. Pero el tema es que en la foto Carlos tiene un peinado como lamida de vaca y no hay forma de encontrar ninguno de esos rulos. He tenido muchos problemas con fotos que me han enviado clientes mostrándome como si yo lo conociera a Juan, a Marta o al Bobby, el perro del dueño".

Descubrir más que hacer

Como en un mapa del tesoro, el dibujo de Ibarra está cruzado por líneas, ángulos y curvas. Es que la geometría es, después de todo, la mecánica utilizada desde siempre por el artista plástico para perseguir el equilibrio de las formas. La diferencia, en el caso de Ibarra, es que esas marcas espaciales quedan registradas en la ilustración. Como la cartografía de la imaginación del autor: "Los desafíos son diferentes a la hora de dibujar en vivo o por medio de foto. En la foto uno se atiene a lo que ve, mientras que en el dibujo en vivo se juega más. A veces salen cosas maravillosas y otras veces salen muy retratados... depende mucho del rostro que te toque. Cuando los realizo por medio de fotos, tengo la posibilidad de explorar más la persona, buscar más juegos, no caer en las obviedades del retrato. Hoy en día hay una generación muy grande de dibujantes que te hacen a la perfección y no muestran nada más que eso... y realmente eso me parece aburrido; no hay efecto sorpresa, está todo explícito. La foto debe ser una excusa y a la vez un motivador para luego crear el color y las formas generando algo distinto. He tenido fotos a color que prefiero llevarlas a blanco y negro para no depender de esos matices. Prefiero el descubrir más que el hacer. Intento evitar la agresión en la caricatura, por ejemplo cuando dibujo a un cliente en un evento. La agresividad o la ironía tan presente en el humorismo yanqui no sirven de nada, solamente enseñan que uno es una persona resentida. Me divierte dibujarlos en forma cómica y nada más, aunque la cara a veces no lo pida. También evito caer en la repetición de formas. Para cada personaje que copio trato de eludir estructuras armadas, si no también caigo en la facilidad de no poder explicarlas con riqueza".

(La nota completa en Sudestada Nª 119, junio de 2013)

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Autor

Hugo Montero