¿Qué hace un documentalista cuando no está filmando? Los que forman parte de la asociación DOCA, por lo menos, no se sientan a esperar. Cuando "una idea en la cabeza y una cámara en la mano" se transformaron ya en película, todavía queda mucho por hacer. Un primer plano a la lucha que empieza cuando se apaga la cámara.
Uno podría pensar que la tarea de un cineasta se limita a la realización de sus películas. No parece ser así para quienes integran la Asociación de Documentalistas Argentinos (DOCA), quienes desde hace más de cinco años convocan a sus pares a juntarse en la lucha por transformar el panorama del cine argentino, no sólo en cuanto a los contenidos y a las formas, sino también con todo lo que pasa antes y después del momento en que les toca filmar.
Después de la muestra DOCA de este año (realizada entre el 8 y el 14 de noviembre), nos juntamos con Lucía, Lucas y Flecha, miembros de la Asociación por el colectivo de cine Silbando Bembas, para que nos cuenten lo que pasó y sigue pasando en el fuera de cámara de los documentalistas argentinos.
-¿Cuál es el balance de las muestras que vienen haciendo año a año?
-Primero está la gratificación de ver la cantidad de público que asiste. A pesar de que se cree que para el cine nacional no hay público -y mucho menos para el documental-, en las muestras DOCA se viene demostrando año tras año que cada vez hay más e incluso cada vez más interesado; las funciones con estrenos siempre son a sala llena. Estamos muy contentos porque es evidente que existe público para nuestras películas, entonces eso nos hace ir a buscar cada vez más lugares para poder exhibirlas durante todo el año.
-¿Ese público es específico del cine documental?
-Creemos que existe uno muy interesado en lo que es documental, pero también que nuestras películas pueden llegar a personas que no lo conocen o no están tan acostumbradas a verlo. Con las temáticas, con las propuestas que se van haciendo, con películas que son cada vez de mejor calidad, con mejores instrumentos -incluso hay películas ya financiadas por el Instituto Nacional del Cine (INCAA)-, se va teniendo llegada a ese otro público. También creemos que todavía hay que construir, que hay que reconquistar culturalmente a espectadores que -sobre todo en los países latinoamericanos, y en la Argentina- consumen todo el tiempo cine que viene de Estados Unidos. En nuestra cultura el documental casi no se tiene en cuenta porque la ficción está instalada de una forma mucho más hegemónica: viene de los grandes tanques hollywoodenses, de las grandes producciones, nos bombardean con sus copias, con su publicidad, con su difusión; entonces generan todo un imperialismo cultural y el público se acostumbra a consumir ese tipo de películas.
Nosotros creemos que es fundamental lograr un cambio en la cultura de consumo de cine en la Argentina, para seguir dando lugar a este tipo de producciones que son distintas, que son contra-informacionales, que buscan contar la realidad específica de nuestro país, completamente distinta de las temáticas que vienen puramente dedicadas al entretenimiento y nada más.
-¿Dónde se está enfocando hoy el trabajo de DOCA?
-Ahora, en todo lo que es la problemática de la difusión, la distribución y la exhibición de cine -nacional en general y documental en particular-. Nosotros estamos viendo que cada vez se producen más películas, a partir de la conquista que fue acceder a una vía de subsidio para películas en digital. Esto se logró a través de la lucha, donde DOCA estuvo muy presente impulsando la campaña por la resolución 632 (Que actualizó montos de subsidios y estableció coronogramas de presentación y exhibición de películas).
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº115 - Diciembre 2012)
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