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Editorial

Un arma cargada de presente

Ir tras la huella que Rodolfo Walsh le imprimió al periodismo argentino es el objetivo de esta nueva edición extra de Sudestada, complemento del libro Walsh. Los años montoneros. Desandar ese ovillo que nos fue dejando a todos nosotros -periodistas críticos, lectores atentos, escritores honestos-, nos exige desenredar la madeja hasta llegar a la punta de su estilo singular, de su compromiso militante, de su modo de escribir escuchando.

Ir tras la huella que Rodolfo Walsh le imprimió al periodismo argentino es el objetivo de esta nueva edición extra de Sudestada, complemento del libro Walsh. Los años montoneros. Desandar ese ovillo que nos fue dejando a todos nosotros -periodistas críticos, lectores atentos, escritores honestos-, nos exige desenredar la madeja hasta llegar a la punta de su estilo singular, de su compromiso militante, de su modo de escribir escuchando.

Y parados ante la realidad de hoy percibimos lo imprescindible de su mirada y de su pluma. Repasamos, yendo y viniendo en el tiempo: cuáles serían las líneas elegidas por Walsh para describir el accionar cotidiano de la policía, esa institución que no se resignó tan sólo a ocupar su rol de brazo represivo del Estado, sino que hoy asume las formas de la mafia y el negociado: desde la trata de personas hasta la distribución de la droga, pasando por el gatillo fácil hasta la desaparición de personas. Leemos a Rodolfo y su caracterización perfecta a fines de los sesenta: "La violencia policial va siempre acompañada de corrupción. La secta del gatillo alegre y la picana es también la logia de los dedos en la lata". Caminando los barrios, desde Rosario a la provincia de Buenos Aires, desde los altos de Bariloche hasta Tucumán, juntando datos, revisando expedientes, conversando con vecinos y familiares, no queda otra que asumir la crudeza del diagnóstico de Rodolfo, pero agravado por el paso de los años y de frente a una amenaza latente: su degradación siniestra en un tránsito que la empuja de corporación netamente extorsiva y delincuencial a peligrosa organización autónoma hasta políticamente.

Releemos hoy ¿Quién mató a Rosendo?, y esa imagen de jefes sindicalistas defendiendo los intereses de la patronal, de espaldas a sus compañeros trabajadores, estalla ante nuestros ojos. La misma rosca negociada, el dinero que corrompe y deforma a los dirigentes de la cúpula en empresarios del "control social", el poder de sentarse en la mesa del gobierno de turno y negociar a cambio de favores y prebendas, los burócratas que aplastan a esas comisiones internas que se atreven a denunciar sus miserias, el vandorismo que se impone y el clasismo que es arrasado por la represión. "Cuando el Aparato se extienda a la CGT, cuando la Negociación invada hasta los últimos rincones del sindicalismo, los resultados serán los mismos que en el gremio metalúrgico: la destrucción del movimiento obrero argentino, la quiebra absoluta entre los dirigentes y sus bases", anota Walsh. El mismo modelo sindical durante décadas, los mismos "métodos": la patota de la Unión Ferroviaria asesinando a tiros a Mariano Ferreyra durante una protesta de tercerizados que reclamaban su derecho a un pase a planta permanente. La tercerización en su máxima expresión: la de los trabajadores, la de los que fueron a reprimir con la "zona liberada" de la policía cómplice; una nueva forma de no hacerse cargo por parte del Estado. Walsh teclea fuerte, con dos dedos, aún hoy en su computadora que acusa el impacto, intenta llegar a José Pedraza -el ex mandamás de la UF (ex compañero de Walsh en la CGT de los Argentinos, antes de iniciar un vertical proceso de degradación ética y política), hoy preso por instigar el crimen de Ferreyra-; se pasa horas con las escuchas telefónicas que revelan las amistosas conversaciones entre funcionarios del gobierno y la burocracia sindical. El caso, lo que descubre, le quema en las manos. "Yo no creo que un episodio tan complejo como la masacre de Avellaneda ocurra por casualidad. ¿Pudo no suceder? Pero al suceder actuaron todos o casi todos los factores que configuran el vandorismo: la organización gangsteril; el macartismo ('Son trotskistas'); el oportunismo literal que permite eliminar del propio bando al caudillo en ascenso; la negociación de la impunidad en cada uno de los niveles del régimen; el silencio del grupo sólo quebrado por conflictos de intereses; el aprovechamiento del episodio para aplastar a la fracción sindical adversa; y sobre todo la identidad del grupo atacado, compuesto por auténticos militantes de base", dijo entonces, dice ahora.

Hojeamos los diarios: los pactos con Chevron, con Monsanto, con la Barrick Gold. La hipocresía y el doble discurso como alfiles de gestión. Los trabajadores apartados de cualquier instancia de decisión real, sin herramienta política propia, sin chance de elaborar política por fuera de los aparatos del entramado de punteros y funcionarios. La gestión que sueña, cada noche, con edificar un "capitalismo en serio". ¿Qué diría Rodolfo? ¿Qué nos dice hoy? "La estructura capitalista del país, fundada en la absoluta propiedad privada de los medios de producción, no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo individual. De ella no puede nacer una sociedad justa".

Y ya casi no hay que hacerse la pregunta de por qué Walsh hoy cuando atendemos al caso de Daniel Solano, ese trabajador golondrina desaparecido hace más de dos años en una ciudad llamada Choele Choel. Allí, donde nació Rodolfo Walsh. Solano, el salteño que dormía apiñado junto con sus compañeros en las gamelas que la multinacional Expo Fruit tiene en el predio de Lamarque, precisamente en el sitio donde pasó su infancia el periodista. ¿Qué investigación hubiera pergeñado Walsh? ¿Cuántos expedientes hubiera leído hasta que le ardieran los ojos, hasta que la Expo Fruit y su sistema explotador quedaran expuestos? ¿Cómo desentrañar esa trama de "pueblo chico infierno grande" que conocía desde sus primeros años? Un caso en el que conviven la precarización laboral, la migración de los trabajadores en busca de una oportunidad, la explotación de comunidades indígenas, la complicidad de empresarios dueños de la noche con policías encargados de ser su fuerza de choque y amedrentamiento, la prensa cómplice ensuciando a la víctima. Walsh viajando incansablemente de Choele a Lamarque. Trepando los muros de la propiedad privada en la que encerraron su casa para llegar a alguna prueba evadiendo la seguridad. Rodolfo presente ante las excavaciones que hoy se hacen en la Comisaría 8va, a la que llevaron a Daniel aquella noche. Quieren silenciar la historia de Daniel a través de ningunear a sus familiares, de negociar complicidades, de oscurecer los hechos, como siempre. "Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas", anotó antes, repetimos cada día.

Walsh, ayer y hoy, pluma y cuerpo, escritura y compromiso. Vamos tras sus pasos, desandamos escucha y palabra precisa, seguimos aprendiendo, sobre la marcha, el violento oficio de escribir. "Escribir es escuchar", dijo Rodolfo. Nos dijo. Nos dice.

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.