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Arlt y el anarquismo

Atento a una realidad social plena de contrastes e injusticias, Arlt desde siempre trazó el perfil de personajes descarriados. Y en esos anhelos de revolución, fue dibujando su propio contorno ideológico. Un borrador, una libreta de apuntes, una mirada sobre ese país de la calle, habitado por una fauna de extraños arquetipos.

Roberto Godofredo Christofersen Arlt nació el 7 de abril de 1900 en la ciudad de Buenos Aires, aunque fue anotado más tarde. Como tantos otros, fue hijo de inmigrantes. Su padre fue Karl Arlt, un alemán que había formado parte del riguroso ejército prusiano, y su madre fue Ekatherine Iostraibitzer, de origen austríaco-italiano.

La infancia de este escritor transcurrió en el barrio de Flores. A los nueve años fue expulsado de la escuela primaria, y es también a esa edad cuando escucha las expresiones de rechazo que causa la noticia de la detención y el fusilamiento del maestro español Francisco Ferrer y Guardia, masón y anarquista, quien con sus escuelas racionalistas, laicas y libres, había desafiado a la Iglesia católica, en este caso de España, y a todo el sistema de educación religiosa. Hay una anécdota al respecto contada por el mismo Arlt y dice: ‘'Aunque parezca mentira, ya tenía un concepto profundo de lo que era política internacional y derecho privado y social. En esa época fue cuando fusilaron en Montjuich (España), a Ferrer, el maestro de la Escuela Moderna. Este hecho, comentado por mis padres, me indignó de tal forma que, fabricando con papel de barrilete una bandera española, resolví vengarlo a Ferrer. En efecto, colocándole un asta a la bandera, seguido por todos los vagos del barrio, me coloqué frente al almacén de un asturiano bruto, y en medio de la gritería de los muchachos incendié el símbolo español. Luego, de una pedrada le rompí al comerciante un vidrio del escaparate, y huí contento, seguro de que Ferrer, desde el cielo, aplaudía mi desagravio".

Su niñez no fue fácil. Su padre, como todo militar, tenía su lado sádico y perverso. Cuando el travieso Roberto hacía alguna de las suyas, su padre lo amenazaba, mandándolo a dormir y diciéndole que apenas saliera el sol lo despertaría para darle flor de paliza. De esta manera, el niño asustado no dormía en toda la noche, torturado por la idea de que se hiciera de día y tuviera que entregarse resignado al castigo. El insomnio ocasionado por esta tortura psicológica lo acompañó toda la vida y la relación con su padre siempre fue nefasta. Y en la escuela, mientras duró su estadía en ella, terminaba a las trompadas con los demás niños, que lo molestaban por su carácter silencioso y huraño.

(La edición completa en Sudestada de colección Nº9 Borges vs Arlt)

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Autor

Juan Manuel Ferrario