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La lucha por la independencia de un pueblo

Voces desde el corazón de la guerrilla en Kurdistán

Un conflicto ignorado por la prensa occidental. La historia de resistencia guerrillera del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), y su inquebrantable deseo de independencia contra la agresión del ejército turco. Crónica y testimonios del enviado especial de Sudestada desde las montañas de Kandil.

1. Atardece en las montañas de Kandil. Llegamos al campamento del comandante Hazim. Cabello y barba blancos, la cara dura que siempre tiene tiempo de sonreír, pañuelo palestino sobre los hombros y un pasado en las cárceles turcas, donde se incendió a lo bonzo para protestar.

Después de las presentaciones formales, Hazim me pregunta sobre América Latina, por Venezuela, por Hugo Chávez. Me pregunta cómo veo las cosas. Le respondo que estoy preocupado. Escucha con atención, Hazim. Le digo que en Venezuela la conciencia colectiva alcanzó niveles nunca antes vistos. Que al legado de Chávez hay que tomarlo, desarrollarlo, impulsar sus ideas más radicales, siempre ligadas a una visión socialista.

La noche camina lenta sobre el cielo del norte de Irak. Aparecen las estrellas, se mezclan entre las ramas de los árboles, traen un poco de brisa fresca para un calor que por momentos supera los cuarenta grados. Cenamos, seguimos charlando, nos reímos. Hazim se pone serio. Me dice: "Estamos bailando sobre el peligro", y señala cuatro puntos hacia las montañas que crecen a mis espaldas. En el primer punto, dice Hazim, está Irán y no sabemos cuándo nos puede atacar. En el otro, e indica ese punto, está Siria y Al Qaeda puede llegar hasta acá. En el tercero, y marca el punto en el firmamento, está Turquía que nos puede bombardear. En el último punto, dice Hazim y su dedo hace un círculo en el aire, están los ejércitos de Barzani y Talabani. "Estamos bailando sobre el peligro", repite Hazim mientras la noche toma el control total de Kandil.

2. La cadena montañosa de Kandil se despliega árida y caliente en el norte de Irak, superando la frontera con Irán. Esos cerros y picos de tierra seca, donde los veranos arden y los inviernos tapan todo de nieve, tienen un tamaño similar a Uruguay. En ese lugar no gobiernan ni el Ejecutivo central de Irak, encabezado por Celal Talabani, ni la administración autónoma del presidente Masoud Barzani. En las montañas de Kandil, la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) despliega su poder construido durante más de treinta años a fuerza de conciencia política y combates contra los ejércitos nacionales y las Fuerzas Armadas turcas.

"Durante los años noventa no teníamos estas bases en el Kurdistán iraquí y nuestra vida de guerrilleros estaba en las montañas del norte de Turquía -recuerda la comandante Rengin Botan-. Gracias a nuestra lucha ganamos terreno y empezamos a controlar esta zona".

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, las potencias occidentales dividieron Medio Oriente y el pueblo kurdo, presente desde siempre en la región, no obtuvo un Estado. La nación kurda se reparte entre Irak, Siria, Turquía e Irán, en la Mesopotamia de Medio Oriente, entre los ríos Eúfrates y Tigris. La población kurda, que abarca más de 40 millones de personas, habita un suelo rico y codiciado: más del 70% del petróleo iraquí se encuentra en esa zona, como también buena parte de las reservas del crudo de Irán. En Siria y Turquía, el 100% de las reservas petroleras se ubica en suelo kurdo, a lo que hay que sumar que en la Mesopotamia está la totalidad del agua dulce de la región y es la zona más importante en agricultura y explotación de minerales.

3. El PKK nació en 1978 con una fuerte influencia del Partido de los Trabajadores de Vietnam. La lucha de liberación llevada a cabo por el pueblo vietnamita, que derrotó estrepitosamente la invasión de Estados Unidos, fue una de las puntas de lanza para que un grupo de militantes, encabezados por Abdullah Ocalan, dieran forma a una organización con un fuerte origen marxista que fue mutando con el tiempo, pero sin perder sus raíces combativas.

Después de una noche de sueño profundo en el campamento dirigido por Hazim, caminamos unos veinte minutos por la ribera de un arroyo. Siempre protegido por una ladera de montaña, otro campamento se abre entre árboles y piedras. Nos recibe Harum, comandante de la guerrilla. Nos saluda y recorremos el lugar a su lado. Pienso que tiene un aire similar al Mono Jojoy, comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), asesinado por el Ejército de ese país. En el campamento funciona una escuela de formación. Solamente en Kandil, el PKK tiene 200 de estas escuelas y 16 academias, cuatro de ellas exclusivas para mujeres. Cada año, la guerrilla recibe a 2.000 militantes de las cuatro regiones kurdas. Economía, historia y políticas son los temas que tratan, muchos de ellos dictados por los propios comandantes.

(La nota completa en Sudestada n° 123, octubre de 2013)

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Autor

Leandro Albani