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Boxeo y literatura

Sangre, sudor y lágrimas

Del Mono Gatica a Maravilla Martínez, pasando por Ringo Bonavena, los boxeadores siguen siendo carne de literatura. Hay una cantidad interminable de libros dedicados al boxeo. Una lista arbitraria reune a textos de ficción, investigación académica, biografías, entrevistas y de estadísticas que se suman a una extensa lista autores clásicos como Julio Cortázar, Osvaldo Soriano, Ernest Hemingway, Jack London, Norman Mailer y Arthur Conan Doyle.

Una de las historias más conmovedoras que conjuga el valor del héroe en la derrota con el entorno hostil de una sociedad diezmada por el autoritarismo es Cuarteles de invierno, la novela de Osvaldo Soriano. Colonia Vela, el mismo pueblo de No habrá más penas ni olvido, convoca a un cantor de tangos, Andrés Galván, y a un boxeador, Tony Rocha, para animar un festival organizado por los militares en el poder. "Me quité el saco y se lo eché encima, sobre el pecho. Ya no sentía la angustia de los primeros momentos, sino una profunda pena por ese terco que no había querido aceptar la derrota de antemano. Tal vez había tenido razón: hubo un momento en que la victoria estuvo allí, a su alcance, aunque él no supo aprovechar la oportunidad. Un solo golpe podría haber cambiado esta absurda historia en la que estábamos metidos, en medio de un pueblo indiferente en el que nadie abría una puerta para decirnos adiós, gracias por haber reventado frente a nuestros ojos. Quizá yo debí haber pedido la suspensión de la pelea a causa de la lluvia. O debí haber tirado la esponja cuando la tuve entre los dedos y él me miró con un último gesto estúpidamente valiente", se dice Galván mientras empuja el carrito que lleva a un agonizante Rocha rumbo a la estación del ferrocarril. La escribió entre 1977 y 1979, durante su exilio europeo, y fue publicada en la Argentina en 1983.

12 rounds es una recopilación de cuentos de boxeo realizada por Juan Marcos Almada y Mariana Belén Kozodij, con prólogo de Sergio Víctor Palma. Sobresale "Por un kebab", de Carlos Salem, quien con la excusa del boxeo arma una trama de policial negro en apenas nueve páginas, con un final inesperado. En otra línea, Marcelo Luján recrea en "Reyes del cincuenta y uno" a un Perón agobiado por la enfermedad de Evita, mientras escucha la caída de Gatica frente a Ike Williams. Con un relato de ciencia ficción, "Unificación", Juan Guinot toma la pelea entre Tyson y Holyfield para llevarla al futuro donde suben al ring a El Híbrido y El Puro, en un combate definitivo. La pobreza y la marginalidad están presentes en "Mirta tiró la toalla", de Nicolás Correa, mientras que el relato de Gabriela Cabezón Cámara, "Viviendas dignas, con buena vista y muchos parques", cuenta la vida de un transexual peronista en un país atravesado por la violencia y el prejuicio: "Algunos me siguieron diciendo ‘compañero puto', pero con el mismo trámite de siempre, un par de trompadas, me volví a ganar el respeto de la mayoría", dice la protagonista, Eva Victoria.

En otro plano, el boxeo también llamó la atención de poetas y escritores que integraban el grupo Barrilete, que lideró Roberto Santoro. Fue cuando el púgil argentino Alejandro Tomás Lavorante quedó en coma tras una pelea frente a John Riggins, el 21 de septiembre de 1962, en los Estados Unidos, país donde había desarrollado su trayectoria deportiva. Tras 17 meses de agonía, falleció en la provincia de Mendoza el 1 de abril de 1964. Lavorante venía de dos combates perdidos por nocaut frente a Archie Moore y ante un joven Cassius Clay. El tercero lo hizo para ver si recuperaba una posición de privilegio entre los pesados. Fue inútil. El caso conmovió a la sociedad y estos intelectuales que se reunían en los bares de la calle Corrientes reaccionaron con la publicación del denominado Informe Lavorante, que incluyó poemas de Daniel Barros, Roberto Santoro, Jorge Eduardo Fuentes y Miguel Angel Rozzisi, entre otros. Este último escribió: "Hoy lo supe,/ es primavera./ Que tu cabeza/ golpeada/ se ha ido/ a vivir/ con las tinieblas./ Saliste/ de aquí abajo/ con un Firpo/ y un Justo/ en la cabeza./ Qué te han hecho/ Lavorante,/ ¡qué tremendo!/ Se me hace/ imposible/ lo que es cierto/ la metralla de esos puños/ se han quedado quietos,/ se ha hecho soledad/ con el desierto./ Buenos Aires, Rosario/ te esperaron,/ te quisieron decir/ y no pudieron./ Qué me dicen/ los señores/ dueños del hampa,/ delincuentes comunes/ que dirigen/ el boxeo".

La Noche, una novela escrita por el español Andrés Bosch, ganó el Premio Planeta en 1959. El periodista Ariel Lomasto explica que se trata de la "historia de Luis Canales, boxísticamente Luisito, que siendo ya un hombre con esposa e hijos y trabajo social estable, incursiona en el mundo de los puños en búsqueda de su identidad. Identidad que no encuentra ni en su casa ni en la fábrica donde, textualmente dice Bosch, es ‘el-que-lava-las-madejas', como si fuera un número o una máquina. Sobre el ring y en el gimnasio, Luis Canales es él mismo, es su nombre y es reconocido como tal, situación para nada superficial ni menor. Lo acompañan personajes de una riqueza que sólo una extraordinaria creatividad como la de Bosch pudo haber creado: el entrenador de los novatos llamado Lázaro, su amigo y también boxeador Bernardo Barba, entre otros, son la expresión más clara de la capacidad narrativa del autor. Pese a todo, incluso poniendo en juego su propia vida, Luis Canales sigue subiendo a los rings porque ese es el único lugar donde se siente una persona, siente que está vivo, paradójicamente cuando su vida está en juego, y que en ese ámbito es simplemente él". Andrés Bosch Vilalta, quien fue boxeador aficionado, planeó la trama durante diez días y la escribió en menos de un mes, en el tiempo libre que le dejaba su profesión de asesor legal de una oficina de la Marina americana en Barcelona.

(La nota completa en Revista Sudestada Nº 118 - mayo 2013)

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Autor

Marcelo Massarino y Walter Marini