Con una goma de borrar gastada de tanto reincidir, dos artistas experimentales juegan con la idea de surrealismo y crean una obra donde la realidad se expande para dejar entrar al inconsciente. El resultado es una cosa rara y linda. No hay etiquetas que lo expliquen. Signo de estos tiempos, pero también de las cavernas. Y aunque parezca confuso, Reato y Koliva tienen la respuesta.
Debe resultar difícil para un artista plástico encontrar una identidad propia en este momento de la historia, donde todo se fusiona con todo y los dibujos salen del marco buscando nuevas formas. Desde que el arte abandonó la urgencia por retratar la realidad, se animó a crear nuevos mundos hasta el punto en el que lo moderno quedó viejo y lo contemporáneo ya no define lo actual. A pesar de esto, el artista de este nuevo milenio no quiere confundir ni divagar: quiere encontrar respuestas contundentes a esas fórmulas de laboratorio. Los santos superhéroes de Emilio Reato y los dibujos en birome de Mauro Koliva son dos casos dignos para empezar a comprender los movimientos artísticos actuales.
Reato dice que le interesa "la historia, el relato a través de la imagen, como si fuera un fotograma de una película". Para Dani Dan, otro joven artista de esta nueva generación, "las pinturas de Emilio te meten en un mundo absoluto donde todo se rige por sus propias normas, y donde todo es coherente y probable. Aun cuando cada cuadro de él sea un delirio de situaciones sumamente improbables. No sé qué mambo tendrá él con la playa, pero la pinta mucho, con personajes como Winnie Pooh, las Chicas Superpoderosas y Mikey Mouse, entre otros".
Koliva es un dibujante minucioso. Su idea es detener una volada imaginación en un punto cardinal estético del papel. Dijo Felipe Noé (la vez que expuso su obra): "Cuando entendemos un objeto, y sabemos qué es y para qué sirve, algo en ese entendimiento parece prepararnos para entender el mundo. En cuanto a los objetos que dibuja y proyecta Mauro Koliva, quizás no los entendemos como tales, pero sí como dibujos. Y el mundo al que pertenecen nos resulta un mundo inconcebible, salvo según las reglas del dibujo mismo como objeto, del objeto-dibujo... Lo decididamente perturbador es que nos resultan familiares, parecidos a algo, perversamente lógicos. Hasta el punto en que debemos aceptar que ese imposible de donde provienen, definitivamente ininteligible, deforme, mudo ante toda pretensión de que nos revele elocuentemente su clave, es el rostro oculto, el verdadero, de nuestro propio mundo, que él hace visible".
Para los que queden más confundidos después de esta entrevista, tienen la posibilidad de hurgar su obra en el Centro Cultural Haroldo Conti (ex ESMA) durante este mes.
-¿Se puede decir que existe un arte moderno?
Emilio Reato (ER): -Sí claro, existe un arte moderno desde hace muchísimo y existe, sobre todo, un arte contemporáneo que también ya está bastante viejo y que es una manera distinta de ver: no trata tanto de representar, sino de presentar. En mi trabajo, espero que de alguna manera lo que hago esté enrolado en este espíritu. Me gusta sentirme parte de este momento con sus cuestiones, pero también me tomo un trabajo importante de camuflaje. Lo que quiero decir es que elijo un lenguaje que nos acompaña desde que vivíamos en las cavernas, el del dibujo y la pintura, y esto sí no tiene nada de moderno y me gusta esa atemporalidad para desarrollar mi discurso visual, pero también que se filtre el espíritu contemporáneo por todos sus poros.
Mauro Koliva (MK): -En el mundo del arte, lo moderno tiene un sentido algo despectivo. Si te consideran un artista moderno, quiere decir que no sos contemporáneo y por lo tanto estás fuera de la historia, y de sus beneficios. Algunos años atrás, se debatía mucho sobre ese tema. La modernidad era la dueña de las academias y de los museos, y había que combatirla. Hoy el arte contemporáneo, que ganó esa batalla, se transformó en la policía prestigiosa de ese mismo sistema. Con lo cual, adherir a la modernidad implica tal vez una cierta resistencia -de hecho, las disidencias más interesantes se dan muchas veces sobre esos márgenes-, aunque todas las estrategias parecen estar suficientemente desgastadas. Pero definir el arte moderno o contemporáneo no tiene importancia para los artistas como producir líneas de fuga hacia lugares secretos y desconocidos.
(La nota completa en Revista Sudestada Nº 118 - mayo 2013)
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