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Tierra adentro

Una voz resiste en Mallín Ahogado

Roque Rizza es habitante de Mallín Ahogado, a cinco kilómetros de El Bolsón. Fue quien tuvo la voz de los campesinos y pobladores en la asamblea que se realizó el 20 de agosto pasado, para evitar que un megaproyecto levante una villa turística sobre el acuífero principal de la zona. Esta es su historia: la de su familia inmigrante, su trabajo autogestivo y solidario, y de su lucha para que se respete el derecho a la tierra, porque "la tierra es la madre de la creación".

Puerto de Buenos Aires, 1927. Cuerpos exhaustos de tanto mar, miradas extrañadas perdidas en el inmenso río, una miríada de idiomas sonando a la vez. Los rencores que arrastraban esos europeos se fundían sin embargo en una misma aversión, la trágica experiencia de la Primera Guerra Mundial. Y lo que era peor, la vaga certidumbre de que el horror, lejos de haber sido conjurado, estallaría tarde o temprano con más vehemencia.

Un albanés, Alush Rizza, como podía trataba de hacerse entender. Quería trabajar. Le dijeron que en el Sur iba a conseguir. Tomó el tren y emprendió un viaje que resultó ser más largo de lo imaginado. Enormes extensiones de campo y el recuerdo de su pequeña aldea, donde todas las familias se ayudaban entre sí. Luego, Bahía Blanca atrás, la entrada al paisaje estepario de la Patagonia.

Tres días después el tren arribó a Ingeniero Jacobacci, que era punta de riel. Cuando los inmigrantes descendieron, lo único que veían eran galpones de chapas y durmientes. Pensaron que "el pueblo" debía estar cerca de la estación. Pero llegó la noche, helada, y les hicieron entender que eran esos galpones las instalaciones. Muchos entraron en desesperación y se querían volver, pero ya no había forma. No tuvieron más remedio que ayudarse unos con otros. "Yo le decía a mi papá -recuerda ahora Roque-, cuando me contaba esa historia, que Dios los había puesto en esa situación para que dejaran los odios que traían de Europa".

El trabajo era la construcción de una nueva vía ferroviaria entre esa localidad rionegrina y Esquel, tramo que hoy se conoce como "la Trochita". Los ferrocarriles eran de capital británico al igual que el latifundio "Tierras del Sur", dedicado a la producción lanera. Por esa razón ese trazado, al igual que otros que no llegaron a concretarse, confluía en la empresa inglesa. Es la estancia que hoy, sin que se modificara un ápice el sistema latifundista, se halla en manos del grupo Benetton.

A medida que transcurrían los meses, las cuadrillas de obreros ferroviarios (polacos, italianos, ucranianos, rusos, yugoslavos, albaneses) avanzaban hacia el sur, siempre sacudidos por el viento frío, emparejando el terreno para asentar los rieles. Parajes que a primera vista aparecían desolados e idénticos se sucedían. Ojo de Agua, Mamuel Choique, Río Chico.

El próximo tramo debía alcanzar a Norquin-Co. Durante esos meses de faena, Alush conoció un lugar próximo llamado Chacay Huarruca, donde habitaba una de las pocas comunidades mapuches eximidas del genocidio que pocos decenios antes había emprendido el Estado argentino.

Y también conoció a una mujer, Carmen Quiñenao. Con ella tuvieron primero una hija y después, en 1940, a Roque. En aquel paisaje de coirones y neneos, susurrante de viento y silencio, vivieron los cuatro hasta que la familia decidió probar suerte en El Bolsón, por entonces un pueblito cordillerano de difícil acceso pero con valles fértiles para la actividad agroganadera...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 103 - octubre 2011)

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Autor

Silvia Rojas y Juan Pablo Ruiz