Años atrás, Julio Cortázar, en su cuento "La autopista del sur", supo retratar los posibles diálogos y conflictos que podían ocurrir ante un corte total de tránsito entre las personas que, en un viaje cotidiano, llegan diariamente a París en auto, a través de una autopista.
Lo extraordinario del caso fue plantear, de una manera literaria pero verosímil, qué ocurriría si un corte no previsto obligaba a los conductores a detenerse, intercambiar opiniones y sobrevivir durante una larga estadía mientras estuvieran varados en el pavimento. El resultado es conocido, un intenso relato donde las miserias y virtudes del ser humano quedan expuestas de manera magistral.
Experiencias similares a la retratada por Cortázar ocurren todos los días en los distintos medios de transporte que llevan a miles de laburantes a la Capital Federal, desde el conurbano. Días atrás, en un tren que se detuvo en la estación Temperley por un desperfecto técnico, un caso concreto sirvió de ejemplo para mostrar los diversos puntos de vista que tenemos en el país. Uno de los tantos vendedores de compilados de música pasó por un vagón con payadas que sonaban bien fuerte, como es costumbre, pero algo lo frenó: una señora pidió a los gritos que apagara el grabador porque le invadía "sus derechos". El vendedor apagó la música y otra mujer fue la que salió en su defensa: "no se queje señora, está trabajando, no está robando, se tiene que ganar el mango", dijo mientras todas las miradas la apuntaron. A partir de ahí, se generó un debate del cuál sólo participaron las mujeres, mientras decenas de hombres lo seguían desde afuera, sobre cuál era el límite del derecho entre uno y otro, el valor de pagar el boleto, la tolerancia entre laburantes y otros temas que exceden las problemáticas que los medios intentan mostrar como relevantes para la población. Lo novedoso del caso fue la reacción de los hombres que, lejos de querer formar parte de la discusión, se limitaron a escuchar las posiciones de ellas.
En este año electoral, el debate de las problemáticas más genuinas debe ser la punta de lanza para atacar al modelo que intenta callar las voces, de unos y de otros en pos de una conveniencia traducida en votos. Por eso, estimado lector, verá que en la edición actual además de las notas sobre el cura guerrillero Camilo Torres y la entrevista a Silvio Rodríguez, el informe especial sobre la legalización del aborto tiene vital importancia y su desarrollo intenta poner en primera plana uno de los temas que más preocupa a la sociedad: la muerte por abortos ilegales que afecta a las mujeres de los lugares más postergados.
En la nota, las estadísticas muestran que lejos de ser un tema reivindicado solamente por organizaciones feministas, el derecho a elegir la interrupción de un embarazo debe discutirse a nivel masivo. Los electoralistas dirán que es un tema que resta votos; los retrógrados, que sobre eso no se discute; pero es obligación del Estado garantizar la vida de miles de mujeres que mueren al año por la desprotección económica y legal.
No deberán ser solo las mujeres, esta vez, las encargadas de encarar con valentía un tema que preocupa en todos los niveles y que deja sin voz a miles año tras año.
El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.
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