Camina diversas huellas sonoras con sutileza, en su mirada acerca de la música litoral de estos tiempos. Con dos discos editados y un tercero en pleno proceso de grabación, el músico de 36 años recorre en letras, pasiones y visiones cotidianas de Resistencia sus anhelos tan cerca del Río Paraná, sus canciones de raíz y de ciudad, del rock y el pop al folklore por venir.
Una cámara sobrevuela el inmenso Puente General Belgrano de Resistencia a Corrientes Capital, se aleja y viaja: esa es la sensación que tuvo una chica entre el público atento al escuchar a Seba Ibarra y a su grupo, interpretando su tema "Barcazas del Paraguay". Y esa misma imagen comparte el cantautor chaqueño de 36 años, viéndose en perspectiva, recorriendo con ojo cinematográfico y letras de ciudad bañadas por el Río Paraná sus melodías con tantas influencias detrás, elevándose: los caminos que trazan el agua y el viento en la mirada de las nuevas generaciones. Hacia la raíz, la incógnita sonora: canción popular sin ataduras. "A esa chica le dije lo mismo: que esa misma sensación tenía cuando la compuse", dice Ibarra. Es la última canción de su primer disco solista Collage de Río (2007), en el que desplegó inquietudes entre Buenos Aires y Resistencia, encuentros pasados y anhelos próximos con otros músicos y poetas en búsqueda: aunar en imágenes y palabras mínimas su cotidianeidad, su desvelo de río encendido por distintos colores.
Ahora que prepara su tercer disco, luego de que Palimay (2009) lo haya dejado ver como uno de los compositores menos predecibles de la música del Litoral, Seba Ibarra busca atrapar sensaciones en sonidos vivos, íntimos, cada tarde de canciones encendidas en ritmos de agua recorriendo otras identidades, del pop acústico al rock, los cruces de jazz y las suaves texturas de lo electrónico. Y remarca: en gran parte de sus letras está ese dinamismo, un bote río abajo, la cámara alejándose, allí debajo Resistencia atravesada en colectivo, los edificios sin sombra y el calor en las pieles: gente a la vera de sus deseos y luchas día a día. "Desde siempre me dijeron que tengo letras muy visuales. Quizá, mi apreciación sale de haber conversado con mucha gente que hace cine más que de haber visto yo tanto cine. Al principio empecé a pensar en no hacerlas así, pero cuando me largué a hacer el disco Collage de río dije 'voy a hacer lo que salga. ¿Me salen muy visuales? Bueno, exagerémoslo'. No porque sí, sino por no contenerme: dejarme llevar por el texto, la música. Y salió un disco muy sincero. No me importó nada y me saqué todo prejuicio con respecto al chamamé. Ese fue el primer prejuicio que me tuve que sacar".
Es necesario escuchar el río para verse, sabe Ibarra, volviendo a pensarse ahora en San Telmo, en el departamento en el que se aloja antes de tocar, o de preparar, como por estos días, todo este año, los temas del tercer disco, a la vez que junto a su banda siguen presentando Palimay. Y se recuesta en las vivencias y puentes que vuelve a encontrar en Resistencia. "Ése era un prejuicio mío capaz, no sólo del ambiente de donde venía", dice. Porque en su casa natal, alrededor, de chico tuvo de vecinos "a mis dos tíos: uno tocaba muy bien la guitarra y el otro cantaba muy bien chamamés. Casi todas las noches había una parranda. Mi tío guitarrista ensayaba a la tarde y en lo del chamamecero a las noches se armaba la fiesta. Desde chico escuché todo eso. Y mi viejo era más del rock nacional, Vox Dei, ese palo, y en mí esa parte folklórica quedó en la casa de mis tíos. La escuchaba pero mucho no me interesaba", concede Seba Ibarra, delante de su guitarra acústica en Buenos Aires, recordándose, uniendo escenas de los barrios en su memoria. "Después, cuando me largué con la guitarra sacaba los Beatles, o el rock nacional de mi viejo".
Volviendo, dice que "ahora uno se va volviendo grande y aprecia otras cosas". Así afianza su búsqueda, para confirmar que Litoral es, está en cada uno, se lleva y deja rastros por descubrir en otros pagos, volviendo siempre. Y lo explica aflojando las mejillas, Ibarra, un tipo bien alto y de cabello negro, corto, simple. "Me di cuenta de que estuvimos mucho tiempo mirando para afuera y dije 'listo, hasta acá llegamos, vamos a ver un poco qué hay en mi lugar', y adaptarlo a cómo yo quiero que suene, sin tratar de meterme en el chamamé ni querer modificar nada, de decir 'yo vengo a innovar'. Nada de eso. Simplemente vengo a innovarme. Es algo personal".
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 99 - junio 2011)
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