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Entrevista con Paco Ibáñez

"Los Rolling Stones son unos payasos"

Su voz ya forma parte del acervo cultural de varias generaciones de argentinos y españoles. Horas antes de partir hacia Barcelona, recibió a Sudestada para charlar sobre la poesía clásica, señalar la función del arte como herramienta de lucha, detenerse en las heridas abiertas por el franquismo y hasta para criticar a los Rolling Stones. Fragmentos de una conversación con la voz que será asociada por siempre a los versos inmortales de los grandes poetas de habla hispana.

Cruzaba la calle un hombre vestido de negro, y en el pecho una llamarada. Era Paco, con un pañuelo rojo anudado al cuello resaltando como fuego, igual que sus canciones quemaron tantas veces las gargantas de miles de jóvenes rebelándose contra los dictadores, las injusticias, el hambre, las guerras. Era Paco que llegaba apurado a la cita, una hora antes de que lo pasaran a buscar para subirse al avión que lo llevaría de regreso a su país. Eligió sentarse bien lejos del televisor donde alguien miraba un partido de fútbol, y se dispuso a charlar entusiasmado, con ganas de transmitir a las nuevas generaciones la fuerza y la rebeldía que motivó a tantos poetas a llevar sus textos a las trincheras y a sostenerlos aun desde las cárceles donde el dictador Franco los encerraba y asesinaba. Para que sus voces continúen vivas, Paco Ibáñez agregó música a esos poemas y dedica su vida a cantarlos acompañado con su guitarra, incansablemente, convirtiéndose en un referente emblemático de la resistencia.

-Además de Góngora, Quevedo y tantos otros, has cantado a la Generación del 27. ¿Cómo influyeron en vos y qué queda hoy de esa generación?

-Es una generación que se puede decir que partió de una base de curiosidad, de querer saber, de considerar al saber como una fuente de vida en sí. El orden de importancia para ellos era la creatividad, la solidaridad, los sentimientos; todos esos valores se juntaban y ellos tenían la capacidad de realizar sus sueños: el que quería escribir, escribiendo; el que quería pintar, pintando. Pero partían casi desde una necesidad de expresar todo lo que ellos sentían por dentro. Y habían optado por apostar por esos valores; dejando de lado lo que hoy es el valor principal, el dinero. Para ellos el dinero era algo sin importancia: si necesitabas una caja de cerillas, valía tanto, lo pagabas; pero lo importante para ellos era la creatividad y desarrollar la inteligencia, la sabiduría, y apostar por esos valores y atreverse a pensar. Sobre todo eso. La cosa más importante era el gran atrevimiento de ponerse a pensar. Eso ha conducido a que además del talento que cada uno tenía, hayan producido unas obras maestras, ¿no? Como las de Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, todos los grandes poetas y pintores. A nivel intelectual y artístico, es el segundo Siglo de Oro, como se lo llama en España.

-Todos estos poetas que nombraste y más también, además del valor estético que han significado, tenían un compromiso al lado de la República y del pueblo español...

-Es el valor humano precisamente. No es la estética por la estética, o sea, la estética también; cuando un poeta busca una palabra para expresar de manera más profunda una idea que tiene o un sentimiento, a lo mejor tarda un mes en encontrar esa palabra. Pero no es la palabra en sí, es para incorporarla y que sea compartida con los demás, tener en cuenta la existencia de los demás. Si en esa época, justamente, que en la República española se ofrecía el gran sueño del hombre -que para mí es el saber, el conocimiento-, ellos participaron ese conocimiento en forma consciente, queriendo que los demás fueran tan capaces como ellos para crear. Es la gran generosidad de esa generación.

-Y en tu caso, además del arte, ¿empezaste a cantar como una forma de lucha?

-El arte en sí tiene que existir, pero no tiene que ser un lujo cultural, de consumo interno, personal. Tiene que ser compartido, porque a partir del momento en que es compartido es donde se crea la dinámica y el movi¬mien¬to de la creatividad, y el enriquecimiento de todos. Porque si no, es una cosa muy individual que se queda entre cuatro paredes, y también se pudre entre cuatro paredes. Tienen que abrir las ventanas, los balcones, airearlo todo, y entonces ahí es donde intervienen los demás y hay más posibilidades de enriquecimiento cultural. Es lo que pasó en España durante la República; también por la necesidad de la gente, había mucho analfabetismo, había que subsanar todo eso, entonces hicieron cosas como lo de García Lorca, que se entregó a La Barraca, llevando la cultura a todos los pueblos.

Mi madre, por ejemplo, era una campesina, y no se puede decir que se quisiera vestir de Góngora o de Quevedo, o de Cervantes, y sin embargo esa campesina tenía una gran sensibilidad y siempre me pedía "cántame esa canción que me gusta tanto", con el acento vasco, y esa canción era "Coplas por la muerte de su padre", de Manrique. Las "Coplas" se pueden considerar como un hito en la poesía universal, pero de un lenguaje sencillo. El escultor rumano Constantin Brancusi decía: "La simplicidad es la complejidad resuelta". A ese lenguaje sencillo y al alcance de todos ¿cuánta gente le pasa por encima? Mi madre, que podría ser el ejemplo popular, me pedía esa canción y también de García Lorca, que le gustaba el verso redonda como sortija de "Mi niña se fue a la mar". Le fascinaba ese verso, esa imagen aparentemente tonta. Pero que sea popular no quiere decir que no tiene sensibilidad. Popular no es populachero.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 94 - Noviembre 2010)

Comentarios

Autor

Carolina Uribe

Autor

Mariano Garrido