En una de las tantas reuniones de nuestra redacción, nos encontramos con una sorpresa epistolar (tranquilos lectores: no era ántrax). Alguien, oriundo de Rosario, había contestado nuestro humilde pedido. Sí, a pesar de no creerlo, el señor Roberto Fontanarrosa accedía a una reunión con nuestra gente. Simple, con su propia letra, casi al pasar, este hombre que tiene más de una decena de libros publicados y es el creador de una de las historietas más importantes de nuestro país, no pensó en si éramos Clarín o si su foto llegaría a toda la Argentina. Nos respetó como un medio independiente, no se fijó en "la chapa" de la revista, le interesó la propuesta y la aceptó sin prejuicios.
Muchas veces, para justificar las actitudes y acciones de algunos personajes de la cultura, escuchamos que "una cosa es el hombre y otra cosa el artista". De esta manera se intenta separar vida y obra como si perteneciesen a esferas de mundos distintos, como si los méritos en el ámbito de la cultura autorizaran a decir y hacer cualquier barbaridad en el seno de las sociedades. Como venimos remarcando desde el número uno de Sudestada, es necesario destacar a aquellas personas que han hecho de su vida un ejemplo de responsabilidad y compromiso, que pusieron su arte al servicio de sus ideas. Pero también hay otro fenómeno digno de rescatar, y es aquel por el cual el artista se asume primero como hombre y evita que su talento lo aleje del común de la gente.
Esta grata impresión nos llevamos cuando hablamos (porque eso es lo que fue, una conversación) con Roberto Fontanarrosa. No sólo lo ameno y lo coloquial surgieron de la charla sino que, a su vez, afloró el deseo de generar un diálogo a todo nivel, donde se habló con los mismos códigos. Lejos quedaron las palabras difíciles, los discursos complicados donde lo importante no fue citar la mayor cantidad de autores y situaciones que denotaran supuesta inteligencia (que carecemos de forma concluyente).
No fue una conversación entre escritor exitoso-periodistas vedettes, fue una charla de café, como salida de uno de sus cálidos cuentos, donde todos tienen derecho a contar su verdad y compartirla.
Ahora bien, en este país donde la buena imagen muchas veces no se asocia a las buenas personas, creemos que hay que imitar estas actitudes. No es posible que algunos artistas que transitan nuestras calles se suban a pedestales que nunca existieron.
Para quienes integramos Sudestada, el compromiso con los artistas de la zona se basa en un principio de apoyo y solidaridad, va más allá de una foto o una nota. La cultura es una de las herramientas de cambio y es una vidriera de las personas en su esencia. Por eso jamás una persona que hace arte puede creerse superior a un albañil, por ejemplo, sino que su responsabilidad es invitarnos a todos a creer y a crear, esa es una de sus principales funciones como artista.
La realidad nos impone algo más que ideas basadas en el individualismo, también nos quiere llevar al fracaso como sociedad. Es hora de apostar a un cambio de mentalidad, tenemos que comenzar a creer que, mucho más importante que creerse un gran artista, es comenzar a transformarnos en un grupo de personas que luchan por un mismo sueño, ideal, o simplemente, por una sonrisa de quienes queremos hacer felices.
El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.
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