Un continente en disputa

Qué analista puede anticipar el próximo estallido. Qué politólogo puede establecer con algún grado de seguridad ciertas definiciones categóricas en la región. Qué adivino se animaría hoy a indicar el derrotero preciso de cada gestión. Qué trovador se animaría a dedicarle algunas coplas a determinado proceso político en un paisaje tan inestable. Nuestra América es una caja de Pandora, una olla en ebullición, un corazón que palpita y se agita a cada paso. En cuestión de semanas, asistimos a la rebelión callejera más extraordinaria de la historia chilena (justo allí, en el laboratorio neoliberal más admirado por la derecha regional), a la derrota del macrismo en las elecciones en Argentina por un margen más estrecho que el esperado después de una gestión destructiva, a la salida en libertad de Lula en Brasil mientras Bolsonaro enfrenta la crisis interna más aguda de su gestión, a un golpe de Estado en Bolivia que empujó al exilio a Evo Morales y liberó un odio racista y fascista en las calles que pretende pisotear a los pueblos originarios, a la revuelta popular histórica que obligó al traidor Lenin Moreno a volver sobre sus pasos y anular el ajuste ordenado por el FMI para Ecuador, a un ajustado balotaje en Uruguay con empate técnico cuando todos los encuestadores y grandes medios de comunicación pronosticaban una victoria amplia de la derecha, al estallido de multitudes contra el gobierno asesino de Haití pese a la indiferencia de la prensa internacional, a un paro general que agitó Colombia y puso en jaque al gobierno de Iván Duque, al rechazo multitudinario en Puerto Rico contra las expresiones homofóbicas de su Primer Ministro con varios artistas a la cabeza de los reclamos, a otro episodio más en la ofensiva antidemocrática contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela...

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