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En la calle

Lo que la ley de aborto legal nos dejó

Después del rechazo de la ley para la interrupción legal del embarazo, hubo un sentimiento colectivo de injusticia. Unos pocos votos habían desoído la voz de más de dos millones de mujeres en las calles. ¿Ganamos o perdimos? Un artículo para atesorar los cambios que el movimiento de mujeres logró, como punto de inflexión, este 2018, y para toda la vida política de ahora en más.

Hubo varias etapas para llegar a la presentación en abril del proyecto de tratamiento de ley. En primer lugar más de treinta años del movimiento de mujeres, que aglutina la temática del aborto, como el eslabón fundamental para conquistar en pleno siglo xxi si queremos hablar de la libertad de las mujeres. En segundo lugar, los trece años de la Campaña Nacional por el Derecho a Decidir, le dieron forma a esta historia. La Campaña nos dotó de un color, de una simbología, de una identidad. La Campaña acuñó el lema, revisó los recovecos de la legislación argentina y a nivel mundial. La Campaña sentó las bases y tocó las puertas de diputados una y otra vez. ¿Pero qué hizo que se encendiera ese fuego verde incandescente que volvió urgente e inmenso el reclamo?
¿Cuántos caminos nos llevaron al camino?



1. Lo mediático: la conquista popular
En enero del 2018, fogoneado por personalidades del mundo del espectáculo, que tironeaban el concepto feminismo con y sin conocimiento, irrumpió en la televisión popular para ponerlo en boca de todos y todas. Hay momentos que se recuerdan de manera muy clara: un Dady Brieva hablando de aborto en el programa Intrusos, una Muriel Santa Ana, diciendo (ante las declaraciones de Facundo Arana que la maternidad nos "realizaba" como mujeres) "yo aborté, y no me arrepiento, no es mi manera de realizarme como mujer ni me considero menos realizada". Cómo un caudal de querosén tirado sobre un incendio que comenzaba, Virginia Bimbo Godoy, pronunció la palabra mágica también en el prime time: "Misoprostol". Los buscadores de Google se dispararon: ¿qué?, ¿dijo Misoprostol en la televisión?, ¿lo dijo?. La sorpresa no era sólo la enunciación en sí misma, sino la apertura de un secreto a voces callado durante milenios.
De repente, las mujeres se miraron a sí mismas y comenzaron a darse cuenta que todas llevaban consigo la historia de algún aborto, ya fuera propio o de una compañera. Durante ese mes de enero "dimos a luz": supimos que hay grupos de mujeres que acompañan, que aconsejan, hay una red de profesionales por el derecho a decidir, hay una manera de acceder a hacerlo de forma segura y contenida. En ese momento, no lo veíamos con tanta claridad, pero el tiempo jamás volvería para atrás.
Las mujeres ya no estamos solas. Los hashtags masivos #juntasabortamos, propuestos por LatFem y Red de Mujeres, así como el hashtag #yoaborte reflejaron que estábamos dispuestas a combatir el miedo y la clandestinidad, con información. Una nueva verdad emergió: ningún método anticonceptivo es 99 por ciento viable, por consiguiente ninguna mujer debe ser atormentada con el tabú y la condena social, de exigirle maternar como destino biológico inevitable, debemos emancipar nuestro deseo a los mandatos sociales, y para eso, nos tenemos unidas.



2. La participación ciudadana
Cuando se analiza el concepto de participación ciudadana, lo dividimos de participación política, en un error conceptual enorme. ¿Qué es la participación política en un sistema democrático? Por supuesto, el rol de la ciudadanía para posicionar demandas en la agenda. Esa caja negra de la que nos hablaba David Easton. En Argentina, si se quiere, desde hace años con el rol del Movimiento de Mujeres, pero concretamente en lo que caracterizó este 2018 sobre la ley por el aborto legal, nos encontramos con un aumento predominante de participación y compromiso de lo que denominamos en política electoral como "los apáticos". ¿Quiénes son?: los y las jóvenes, que definen el voto los últimos tres días antes de las elecciones. Esa juventud que no tiene afiliación partidaria, pero que se hace presente en las redes sociales y que absorbe temas de actualidad a través de ellas. En este caso, las jóvenes que se vieron interpeladas en 2015, con los femicidios de las pibas cuya libertad era castigada con el peor de los crímenes, ahora sabían que en un contexto donde cada tres horas nace el hijo de una menor de catorce años, esta causa las llevaba como protagonistas.
Las jóvenes, que tienen impreso en su cuerpo la cultura de la violación, aquella que determina las iniciaciones sexuales en contexto de desinformación, presión, desconocimiento sobre su propio placer (porque nada en lo social nos enseña sobre el placer femenino); saben con su propia experiencia que no poder acceder a la ley integral de Educación Sexual, a métodos anticonceptivos, y a un aborto seguro y gratuito, es el reflejo de una sociedad que las disciplina desde edades tempranas.
Del nuevo esquema de participación pública, se desprende, la creación de una masa crítica que propicia el cambio en las dinámicas electorales. Un grueso social, que ya no será ajeno y que exigirá claridad y respuestas. Se entendió que las listas sábanas no son el camino, que la ciudadanía debe interpelar a sus candidatos, pues son ellos sus representantes.



3. La juventud exige información
El debate por el acceso al aborto legal, seguro y gratuito, nos mostró una verdad intempestiva: los colegios no son espacios de formación en educación sexual, las familias tampoco se animan a hablar, los y las jóvenes están solos ante una sociedad de la información, donde el contenido se hace explícito cuantitativamente, pero el abordaje en términos de responsabilidad y comprensión es nulo. Aparecieron otros derechos refractarios: el derecho a la información, que tuvo como eje, la "omisión" de la aplicación para la ley de educación sexual integral...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

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Autor

María Florencia Freijó