Decidido a registrar un rostro real del África, Néstor Favre-Mossier viajó a Chad, acompañando a una delegación sanitaria de la OMS. Sustentado en el poder de denuncia del arte, la obra del plástico argentino es una mirada singular de un continente devastado por enfermedades propias de la miseria; una realidad menos ajena de lo que parece.
Hay temas que parecen ajenos. Sin embargo, al indagar, resultan parte de nuestras vidas. ¿Qué tiene en común con la Argentina la enfermedad del sueño, que sacude a una parte importante del continente africano? ¿Por qué debe interesarle a un latinoamericano la mosca tsé-tsé? Algunas respuestas las encontramos en la obra del artista plástico argentino Néstor Favre-Mossier, porque sus trabajos sobre Chagas y la enfermedad del sueño son un testimonio irrefutable de las condiciones de vida de mucha gente de este y del otro lado del océano Atlántico. En el país hizo una serie de pinturas sobre la enfermedad que transmite la vinchuca; en 2013 encaró un viaje por Chad para retratar las causas y consecuencias que provoca la picadura de un insecto que introduce en los infectados el parásito Trypanosoma brucei. Las cuestiones en común que encontró en la Argentina y en la ex colonia francesa son las mismas: pobreza, miseria y la indiferencia del Estado que le suelta la mano a las poblaciones que quedan expuestas a su suerte.
Así, la presencia de un artista que retrata las condiciones de vida de los pueblos afectados por el flagelo de estas enfermedades significa un encuentro entre ciencia y arte. La experiencia que encaró en África junto a especialistas que tratan a hombres y mujeres en la prevención y también a los infectados. Resultó, entonces, una mixtura entre plástica y conocimiento para divulgar las tareas sanitarias de la comunidad científica y para denunciar el desamparo de los pobladores.
–¿Cómo se vinculó a la enfermedad del sueño y de qué manera llegó a África?
–En su momento, la investigadora del Conicet Mariana Sanmartino me contactó por el trabajo sobre Chagas y llevó la muestra a la sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, Suiza. Ahí conocí al doctor Pedro Albajar Viñas, director del programa contra la malaria, la tuberculosis y el Chagas; él gestionó la incorporación de dos cuadros a la OMS. Cuando hice la donación de las pinturas, un médico me regaló un libro y me dijo: "Todavía te faltan dieciséis", por las enfermedades desatendidas y generadas por la miseria. Algo así como "¿qué mérito es hacer algo sobre Chagas si todavía faltan las demás?", entre las que están el ébola, el dengue, la rabia y la enfermedad del sueño. El tema quedó dando vueltas y como además encaré una investigación sobre los movimientos migratorios masivos, me pregunté qué otra oportunidad iba a tener para que me metieran en África. Consulté y la respuesta fue positiva. Allá me recibió el doctor Peka Mallaye...
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)
Un copado
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