Andrea Prodan es uno de los impulsores de la muestra Luca, que se realizará a partir del 3 de diciembre en la Biblioteca Nacional. Fotos inéditas, casetes íntimos y reportajes inaccesibles, música en vivo, objetos preciados y muchas sorpresas componen esta exposición que servirá además para tener una mirada más acabada de un Luca en todas sus dimensiones. Desde Traslasierra, donde reside hace algunos años, Andrea se suma a esta edición de Sudestada para darnos más pistas de lo que se va a encontrar el público que persiga el rastro perdido del cantante de Sumo.
Si bien he sido uno de los reticentes a la hora de entrar en el mundo de Facebook, lo que más me copó fue mirar los intereses ajenos, captar el cáustico sentido del humor argentino y, además, enterarme del vibrante amor y -por qué no, respeto- que Luca, mi hermano, ha provocado en tantas personas. Empecé a subir a Facebook unas fotos que guardaba, algunas en Roma y otras tantas acá. Fotos de mi familia, no sólo de Luca. Ese fue el inicio. Una foto de Café Einstein, posteada por el músico Daniel Melingo, en la cual Luca colgaba como un murciélago desde unas vigas del techo, durante un show de Los Twist, me provocó un río de recuerdos que me llevaron a escribir unos breves ensayitos sobre mi primera visita a este país en el ya lejano 1982.
El periodista Daniel Riera, amigo de Facebook también, sugirió un encuentro con la gente de la Biblioteca Nacional, que se dio de manera muy espontánea. Me gustó de entrada la actitud del equipo, sobre todo la ausencia de cualquier especulación, la apertura mental y la flexibilidad a la hora de actuar y pensar la muestra. Nada de sponsors ni de "tratamiento VIP". Eso me generó un placer que entusiasmaba. Por mi parte, les entregué materiales de todo tipo: fotografías, cartas, dibujos y collages; objetos significativos, música inédita y grabaciones de la voz de Luca. Y otras cosas se materializaron sugestivamente al mismo tiempo en los últimos meses como, por ejemplo, recuperar la valija que viajó con mi hermano desde Londres, con toda su ropa adentro. Increíble. La valija había quedado en casa de los MacKern, en Hurlingham. Timmy y su mujer me la dieron, pidiendo disculpas por no haberla encontrado antes.... Unos pocos días después, surgió la posibilidad de la muestra. Muy loco todo.
Con respecto a la exposición, es la VOZ de Luca lo que más impresiona. La voz que retrata a la Argentina, que relata su historia. Algo sin precedentes. Durará hasta mitad de marzo de 2015 y, como toda muestra pública e introductiva, va a tener un costado divulgativo general para los que no conocen muy bien a Luca. Pero tiene varias capas, y estoy feliz de decir que los que más conocen de su rica historia van a encontrar otras cosas que hasta este momento han sido parte de una mística, y nada más. Van a poder mirar con detenimiento indicios y objetos que los van a acercar a él aún más.
No soy el "curador" de la muestra. Yo mismo aguardo el día de la apertura con curiosidad, para ver qué y cómo serán expuestos los objetos. Seré un seguidor más, ansioso de ver el resultado. Estoy excitado de ayudar desde tan cerca al armado de esta muestra, que es la primera a nivel oficial. Me sacude, me conmueve y siento orgullo, claro. Extrañamente siento también la necesidad de transmitir con claridad aspectos de su ser, algo como cargar con la mínima responsabilidad de que no se pierda el ESPÍRITU de la tan fresca y original persona que era Luca.
En un primer encuentro con la gente del Museo del Libro, propuse que el público tuviera que acceder al salón de la exposición no por la puerta, sino por la ventana: como para recordarnos desde el arranque que Luca era un tipo insólito. Un travieso, un original. La muestra, finalmente, será en el subsuelo. Me parece aún más perfecto tratándose de un verdadero y auténtico prócer del under. Las ventanas serán para otra vez.
Volviendo a la VOZ, creo que la clave de muchas de las cosas que Luca aún nos reserva están allí. Somos animales, los sonidos pueden cargar con más información que las palabras. Luca vive, no sólo por sus dichos de una actualidad inquietante sino a través de su voz. Y él lo sabe.
El aporte de Luca le sirvió al rock, primero, para divertir y divertirse. Y después para lanzar verdades al mar sideral del subconsciente colectivo. Sus verdades eran también sus cicatrices. Sabía muy bien de qué hablaba y sólo hablaba de lo que sabía. ¿Cuántos rockeros pueden decir lo mismo?
(La nota completa en la Sudestada N° 135 - diciembre de 2014)
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