Enclave estratégico para Estados Unidos desde que Centroamérica comenzó a irradiar la amenaza revolucionaria en los setenta, hoy Costa Rica se debate entre subordinarse a la supuesta ofensiva gringa contra el narcotráfico y estigmatizar a sus vecinos de Nicaragua como los grandes responsables de cualquier inestabilidad. Del otro lado de las rejas y los alambres de púas que hoy pueblan sus casas, los ticos ocultan una historia reciente: la de un país militarizado, pero sin ejército.
Cuando Omar nació su papá le frotó en los pies las patitas de un pollito. Su abuela echó a rodar el presagio y vaticinó que el niño nunca más miraría para atrás, se olvidaría de su pasado. La madre lo regañó y dijo: "Antes de que se marche, lo ato".
Omar lleva la historia como una profecía marcada en el cuerpo. Quizás prefiera creer en eso antes de voltearse y saber de su madre y sus trece hermanos en Nicaragua. Pero, acá está, del otro lado, treinta años después, mirando al cielo y aferrado a esa idea de que Dios existe y le salvó la vida.
De la finca algodonera en Chinandega, Nicaragua, al cafetal en Costa Rica y la albañilería en Guatemala. De regreso a tierras ticas aterrizó en Heredia, una ciudad de 123 mil habitantes, a 11 kilómetros de la capital, San José, ubicada en el Valle Central costarricense. Allí consiguió hace seis años cuidar las casas de los barrios que se encierran. En la "caseta" de seguridad Omar trabaja doce horas seguidas. El pequeño habitáculo de dos metros y medio de largo y ancho, se convierte en su morada la mayor parte de su tiempo. En el espacio que le sobra acomodó una silla, un televisor diminuto, una radio, un microondas, algunos estantes con papeles y un baño. De su rutina, que consiste en afinar el ojo durante la mitad de un día, levantar la barrera para que pasen los autos de la vecindad y alertar a algún vecino sobre presuntos ladrones, lo que más prefiere es conversar.
-Decí que nosotros vivimos donde están los "chapulines", -delincuentes-, me aclara y señala la calle cuesta abajo. -Ellos ya saben, pasan por acá y dicen: "Ah, es el 'mae' del barrio", entonces no se meten.
Una de las particularidades ticas es que las calles se guían por referencias que han trascendido todas las generaciones. Por ejemplo: "Del árbol de mango, 550 metros al sur". Es muy probable que el árbol de mango no exista más. En los últimos diez años la geografía urbana ha ido cambiando. Menos árboles, para despejar la mirada. Rejas, candados, barrios cerrados y alambres de púas que rodean
muros que ocultan las casas de no se sabe bien qué. La percepción de inseguridad ha calado hondo en el imaginario urbano costarricense. Mientras que el drama del miedo se ha profundizado, desde el año 1999 se renuevan cada seis meses los acuerdos de este país con Estados Unidos para llevar adelante patrullajes conjuntos antidrogas. Una Centroamérica violenta rodea a la Costa Rica pacífica que se protege con tratados de libre comercio, militarización y policías especiales.
De la abolición del ejército a la Escuela de las Américas
El 1° de marzo de 1948, en medio de una fuerte crisis política, el Congreso declaró la nulidad de los resultados de las elecciones del mes de febrero que habían dado como ganador a Otilio Ulate, después de una violenta campaña electoral que enfrentó a los dos candidatos de los partidos mayoritarios: Ulate por el Partido de Unión Nacional y el ex presidente Ángel Calderón Guardia, del Partido Republicano Nacional. Esta situación tuvo como desenlace la llamada "Guerra Civil" en Costa Rica, que dividió al país en dos bandos manteniendo en vilo a la población durante cuarenta días. Esas fueron las semanas más violentas que recordarán las generaciones mayores; para los jóvenes el fin de la "Guerra Civil" fue el momento fundacional de la paz y la democracia liberal, íconos de la identidad nacional.
Desde el Cuartel Bellavista, ubicado en San José, el ejército controlaba la ciudad desde una perspectiva privilegiada. En 1948 José Figueres Ferrer asumió la presidencia interina y se convocó a la Asamblea Nacional Constituyente, que redactó al año siguiente la Constitución Política de Costa Rica aún vigente. La nueva Constitución abolió el ejército y el cuartel se convirtió en el Museo Nacional.
"Eliminar el ejército fue una garantía para lograr la estabilidad política acordada luego de la guerra civil, situación necesaria para conseguir el apoyo de Estados Unidos, cuyo interés se concentraba en crear un modelo de país que fuera diferente al resto de los países de Centroamérica, fundando sobre el ideal de la democracia liberal", explica el coordinador de la Red Latinoamericana de Geopolítica y Estrategia, Bryan González. Esta decisión también fue posible gracias a que la institución militar se encontraba debilitada desde hacía una década atrás. El gobierno de facto de Alberto Tinoco, a finales de la primera década del siglo XX, y el fracaso de la guerra contra Panamá en 1921, incidieron en el desprestigio del país hacia las Fuerzas Armadas.
(La nota completa en Sudestada N° 134 - noviembre de 2014)
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