El caso Padura

Al menos desproporcionadas sonaron algunas críticas recibidas por el escritor cubano Leonardo Padura, de visita por Buenos Aires. Su mirada aguda del presente de la Isla, su narrativa profundamente cuestionadora, su estilo descarnado a la hora de poner la lupa en algunos aspectos sombríos del proceso, transformaron a Padura en el blanco para los dardos de algunos biempensantes fiscales del progresismo argentino, ese sector siempre dispuesto a defender la Revolución Cubana pero sin reparar que el pensamiento crítico nunca es un defecto, sino una virtud a la hora de pretender sustentar esa defensa con argumentos concretos. Padura escribe sobre su país desde La Habana, y sus compatriotas lo leen como una voz presente en su vida cotidiana. Pretender quitarle autoridad al escritor por la simple razón de que no se adecua al cuadriculado formato de su mirada externa sobre la Isla, es un error peligroso: oculta, en realidad, la limitada percepción de que todos los problemas generados en un proceso revolucionario son provocados por la agresión externa. En todo caso, ahí están los cubanos (y Padura como uno de los más lúcidos) para contar las historias y analizar su presente de la forma en que mejor les parezca. Celebremos esa libertad cuestionadora, tan típicamente cubana, y leamos a Leonardo Padura, aunque (a veces) duela.