Durante veinte años fue voz y líder de una de las bandas más prolíficas y convocantes de nuestro país. Hoy, alejado de las multitudes que convocaba con la Bersuit, ve crecer su proyecto solista como una extensión de un cambio personal y generacional. Polémico y cuestionador, abre un debate sobre la utilidad política de los artistas, se despega de los semidioses de la misa rockera y afirma: "A mí me expulsaron de la Bersuit".
Al pasar los cincuenta, Gustavo Cordera eligió pararse a un costado del camino de la ruta del rock, que le exigía más de lo mismo. Con una nueva banda, La caravana mágica, conformada por pibes menores de treinta en su mayoría, vuelve al ruedo con un puñado de canciones nuevas y una selección de temas que tocaba con Bersuit Vergarabat. Luego de cinco años de construcción de su proyecto solista, su apuesta es integrar el pasado con el presente para fundirse en un sonido con la impronta que instaló durante los noventa. Un nuevo Cordera más reflexivo pero con la rabia de siempre.
-Unos años atrás cuando, decidiste dejar la Bersuit, ¿qué se te cruzaba por la cabeza, qué cambio necesitabas?
-Te diría que es muy difícil de determinar que fue una decisión. Fue una reacción más que una decisión. No respondió a una elección de querer formar una banda solista, sino que se dio porque me quedé solo. O sea, por una serie de episodios muy dolorosos de aquella época. Ya venía de unos años atrás, cuando hicimos River en 2007, cuando tenía la idea de refundar a la Bersuit. Pensaba que habíamos llegado a nuestro techo y que teníamos que empezar una carrera de cero.
Fundamentalmente desde lo artístico, necesitaba tener una nueva aventura, ya que el peso de la popularidad nos exigía éxitos. Y eso es dolorosísimo para el que crea. Hay que salir con eso a la calle, te paralizás. Entonces sentía la necesidad de parar esa maquinaria con 35 personas arriba del escenario. Me dolía muchísimo la espalda, estaba triste. No se pudo entender, evidentemente. Hasta que finalmente en 2009, un poco movido por Juan Subirá, hice un disco solista que tenía unas canciones que en su momento no entraban en la banda, que necesitaba un formato de canción que nos asfixiaba a todos como compositores. Y yo ya sentía otras cosas. Con el disco solista en la calle, y ante el miedo que tenían de que yo me fuera de Bersuit -cosa que no se me pasaba por la cabeza-, empezó una serie de agresiones muy grandes y un día me fui llorando a mi casa. Para ser claros: fui expulsado de la banda, no lo que fue entendido por los seguidores como que yo los abandoné. Frente al dolor de lo que estaba pasando, decidí no decir nada y me quedé callado. Con Suelto, el disco que había salido, con todo el dolor encima, lo primero que se me ocurrió fue taparme la pelada y decirle a la gente que no me venga a ver más. Y la gente me escuchó: no es que bajó un 40 por ciento...
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