El boom de las series y los nuevos soportes digitales revolucionaron la forma de pensar los contenidos audiovisuales. ¿Por qué cada vez más estrellas de cine se juegan por este tipo de producciones? ¿Qué atrae a las audiencias de todo el mundo hacia estas historias? Mientras nos recuperamos del final de Breaking Bad y True Detective, en los tiempos del imperio de Games of Thrones, Sudestada aporta una reflexión en esta nota a prueba de spoilers.
El hombre, en cuero y calzoncillos blancos en medio del desierto de Nuevo México, con una Mini Van a su lado que acaba de estrellar, está desesperado. Se saca la máscara, se pone los anteojos y busca aire fresco. Putea y lanza la máscara lejos. Intenta pensar alguna salida. No la encuentra. Quiere llorar, pero no puede: debe pensar.
La angustia se incrementa cuando oye, a lo lejos, unas sirenas. Se agarra la cabeza y manotea la camisa que colgaba de uno de los espejos de la camioneta. Toma aire una, dos, tres veces, y se lanza nuevamente al interior del vehículo, aguantando la respiración. Se dirige a uno de los tres cuerpos que yacen inconscientes, le quita un revólver de la mano y lo guarda en la parte trasera de su calzón. Luego abre la guantera, recoge su billetera y una cámara. Sale. Toma aire como puede. Tose. Cierra los ojos y prende la cámara.
-Mi nombre es Walter White. Vivo en Niagara Royal Lane 308, Albuquerque, Nuevo México. A las entidades policiales: no estoy admitiendo crimen alguno. Le estoy hablando a mi familia. Skyler, eres el amor de mi vida. Espero que lo sepas. Walter Junior, tú eres mi gran muchacho. Habrá cosas que descubrirán sobre mí en los próximos días. Sólo quiero que sepan que por feas que se vean las hice con el corazón puesto en ustedes. Adiós.
Walter White apoya la cámara y su billetera sobre la tierra. Las sirenas se aproximan. No hay tiempo para nada. Busca lo que le queda de aire y determinación, desenfunda el revólver de su calzoncillo y avanza con paso firme hacia el camino. Se para en el medio, aprieta los dientes y, lenta pero decididamente, extiende el brazo hacia el horizonte. El orificio del revólver espera por las sirenas. La imagen se corta.
Comienza una presentación, una revelación y una revolución: Breaking Bad.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)
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