En los largos siglos de explotación al indígena y de negación de sus derechos ancestrales, un nuevo análisis los pone en la mira. En este artículo, un recorrido por la imagen del indígena utilizada en ciertos períodos de la historia del país para vender los más variados productos.
Desde el momento mismo del comienzo de la Conquista de América en 1492, el indio resultó un negocio rentable en el plano económico, ideológico, religioso e incluso sexual. Fue utilizado como el combustible biológico que posibilitó el funcionamiento del sistema colonial; su modo de "vida primitivo" fue la excusa para situar a Europa en lo más alto de la escala evolutiva; la conversión forzada de los indígenas renovó los bríos de una Iglesia que venía vapuleada por la Reforma y, finalmente, los nuevos amos del Continente usufructuaron durante siglos el sexo de sus mujeres, condenadas a brindar placer a los señores.
Resulta menos conocida la utilización publicitaria del indígena en el período republicano y lo que representó para distintos momentos del imaginario, donde su figura fue manipulada como un hábil recurso para promocionar productos tan dispares como tintorerías, cigarrillos, analgésicos, periódicos, artículos de campamento, historietas, vestimentas o bebidas alcohólicas. Incluso la representación del indígena en su faz negativa o salvaje resultó de suma importancia para contrastarlo con la Argentina progresista. Esta contraposición la encontramos en Alberdi cuando señala: "En América todo lo que no es europeo es bárbaro: no hay más división que ésta; 1º, el indígena, es decir, el salvaje; 2º, el europeo, es decir, nosotros". O vayamos sin ir más lejos al discurso de Sarmiento en su Civilización o Barbarie cuando pontifica que la lucha es "entre la civilización europea y la barbarie indígena, entre la inteligencia y la materia". Así como el aborigen real fue utilizado hasta su extenuación, también su imagen fue manipulada hasta el hartazgo, lo que dio como resultado indios para todos los gustos y paladares, que oscilan desde el buen salvaje hasta derivar en feroces caníbales. Su desnudez, que fue la primera cualidad que Colón destacó -"aparecieron gentes desnudas de hermosos cuerpos"- puede estar asociada tanto a la pureza edénica como a la lujuria, la falta de moral y el pecado. Es alguien tan cercano a la naturaleza como falto de raciocinio. De pronto es un ser de milenaria sabiduría o una tabula rasa incapaz de voluntad. En esta enumeración falta agregar otro ítem: el indio como eje de publicidades y motor de ventas.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)
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