Buscar

Crónica viajera

El arca del Paraguay

Aquidabán es un barco que desde hace más de tres décadas resulta el único medio de transporte en todo el Alto Paraguay. Una vez por semana el arca guaraní lleva personas y cargas a lo largo de 600 kilómetros de río, y de su visita dependen comunidades indígenas y pueblos ribereños amenazados por el olvido, pero aún más por los negocios inmobiliarios.

El interior paraguayo descansa. La ciudad/pueblo de Concepción, 417 kilómetros al norte de Asunción, se rinde ante el sol lapidario de la tarde que raja la tierra y ordena las cosas a su antojo. Este antiguo puerto maderero, costero del río Paraguay, parece anclado en un tiempo primitivo. Entre sus callejuelas de tierra colorada, perfumadas por la guayaba, sólo alguna que otra polca que emana de las FM se le anima a la tarde dormida. Una de esas polcas añejas le canta al Aquidabán, el río donde el Mariscal Francisco Solano López pronunció aquello de "me muero con mi patria", cuando la Triple Alianza decretó, a fuerza de cañonazos, la miseria del Paraguay.

Sin embargo, en Concepción uno pregunta por el "Aquidabán" y todos señalan al puerto, donde un quejumbroso barco construido íntegramente en lapacho parte todos los martes a las 11 de la mañana rumbo al último rincón del país, Bahía Negra. Allí donde las aguas del río Paraguay se funden en el pantanal del Mato Grosso, el humedal más grande del planeta, que baña además tierras de Bolivia y Brasil.

Quizás el carguero no fuera tan relevante si no resultara la única alternativa de comunicación, abastecimiento y transporte en la mayor parte del año para todas las poblaciones que habitan los 600 kilómetros del litoral paraguayo: las carreteras se mueren en el puerto cementero de Vallemí, y desde allí hasta la triple frontera sólo el Aquidabán llega, a puro resoplido de su fatigado motor, que rara vez para. Dicho de otro modo: medio país se comunica únicamente a través del recorrido semanal de este noble barco en un viaje que, por su desmesura, parece rememorar la época de la fiebre del caucho.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

Comentarios

Autor

Gustavo Moure