Después de las primarias, un balance crítico de la actuación de la izquierda tradicional y de la independiente. La puja por ganar un lugar en el escenario electoral de octubre.
A lo largo de los capítulos que componen este dossier, "¿Y la izquierda qué?", fuimos debatiendo sobre ese enigmático sector que compone una pequeña franja de la sociedad argentina. Partimos de una evaluación adversa -crisis de los partidos, crisis de la izquierda, crisis del marxismo- para encontrar un norte en la discusión. Hay que admitir que tuvimos que sacudirnos cierto pesimismo para poder proponer hipótesis como "recomposición política de la izquierda hoy" o "voluntad para construir una alternativa". Lo cierto es que hicimos un recorrido que nos llevó a la instancia electoral para medir resultados de manera objetiva. Hoy las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y -lamentablemente- Obligatorias) sirvieron para enfrentar el análisis y las proyecciones con la realidad.
El llamado por muchos "fin de ciclo kirchnerista" significó evidentemente un derrotero de votos por izquierda y por derecha. Lo vimos en el crecimiento de la fuerza opositora de derecha, en la resurrección de cadáveres (a propósito de la moda zombi) como Carrió y Cobos, pero también en la sorpresa del (casi) millón de votos al Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT).
El crecimiento del FIT (50 por ciento más que en 2011) es digno de ser analizado. Como bien expresaron sus dirigentes al día siguiente, se transformó en la "única" alternativa de izquierda como "referencia nacional". Si bien la idea de "fuerza política" asoma como relativa por las pujas internas que caracterizan su andar, una confrontación que le impide consolidarse como un frente real más allá de las elecciones: para entender este fenómeno basta con leer su prensa semanal. No obstante, es para destacar la maduración de su discurso, que parece comprender de a poco el nivel de consciencia de las masas, el sentido común, la disputa de consenso, etc., que le imprimió un sesgo light a su programa, sin perder la noción de clase, la centralidad obrera y el carácter anticapitalista del proyecto. Su exposición masiva le permitió imponerse a las otras opciones trotskistas (MAS y MST), que no pasaron la prueba del 1,5 por ciento, y podrá absorber sus votos en octubre.
Hay que tener en cuenta que el FIT creció en el interior del país (sobre todo en Jujuy, Salta, Mendoza y Neuquén), pero no tanto en Capital y Gran Buenos Aires. Si el crecimiento sólo se explica por la crisis del kirchnerismo y la dispersión de la derecha, debemos suponer que en dos años volverá a sus números habituales. La pregunta es: ¿puede el FIT transformarse en alternativa real? No parece: sus limitaciones de construcción colectiva, como el sectarismo, el partido propio como fin en sí mismo y la rivalidad internista, entre muchos otros elementos que ya hemos debatido en esta sección, sin dudas le juegan en contra. Será muy difícil para las demás fuerzas de izquierda hacer una alianza con un entramado político que demoniza al "otro competente" para reafirmarse a sí mismo, que desde su conformación en 2011 no ha ampliado sus alianzas ni un poquito porque "no se pusieron de acuerdo". Incluso internamente, las peleas de cartel siguen sin tregua: Convergencia Socialista (CS), organización adherente del FIT, sostuvo que se pusieron "todas nuestras energías en la tarea de ayudarlo a superar el filtro impuesto por el régimen mediante las PASO, organizando actos, charlas, pintadas, volanteadas y fiscalización de votos... a pesar del sectarismo autoproclamatorio del PO, PTS e Izquierda Socialista, que se niegan terminantemente a abrir las puertas del frente para incorporar como miembros plenos a todos los grupos, personalidades y activistas (como CS, Interdistrital, PSTu, Opinión Socialista, TPR, etc.) dispuestos a sostenerlo".
Por su parte, el mismo PTS, dos días después de los festejos, difundió un texto dirigido a su compañero de frente, el PO, titulado: "Una política equivocada". Dice el PTS: "Los compañeros del PO resolvieron hacer una campaña excluyente por Altamira donde, a medida que fueron pasando las semanas, el FIT iba achicándose cada vez más en la gráfica de los afiches (hasta casi desaparecer), cuyo único lema terminó siendo ‘Altamira Diputado'. A diferencia de la mayoría de las listas contrincantes del FIT, donde se visualizaban como una fórmula las cabezas de diputados con las de senadores, la dirección del PO se negó siquiera a hacer un afiche común de Altamira y Dellecarbonara".
¿Qué se puede esperar de un espacio -autodenominado "Frente de Izquierda"- que deja afuera incluso a los grupos que defienden el mismo programa? ¿Cuánto más puede crecer como referencia?
La otra sorpresa de las PASO fue Luis Zamora, que sin hacer demasiada campaña alcanzó el 3,3 por ciento -casi 65 mil votos- en la Ciudad de Buenos Aires. Fue el candidato que se animó a cuestionar el carácter poco democrático de esa instancia electoral y propuso un sistema más participativo. Recibió ofrecimientos de alianzas desde el FIT y también desde Camino Popular, pero decidió mantenerse solo. Su imagen humilde y coherente lo transforma en una referencia importante para la izquierda, aunque también parecen reales sus problemas para construir un espacio político colectivo.
(La nota completa en Sudestada Nº 122, agosto de 2013)
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