En el álbum Tinto, su tercer disco tras los exitosos Celador de sueños (2004) y Pulpa (2008), siempre bajo la producción de Gustavo Santaolalla, el dúo ofrece una gama de potentes canciones propias, sin eludir el tono social ni la inocencia, junto a clásicos atemporales del folklore cuyano: espesor de la tierra y sonidos rockeros con el conocimiento exhaustivo de las raíces que tienen Raúl Tilín Orozco y Fernando Barrientos: Mendoza. El disco, que presentan el 7 de septiembre en La Trastienda, reúne varios de los secretos poéticos y melódicos, llevados a nuevas instrumentaciones y texturas, que corroboran el peso del dúo en el panorama de la música popular de raíz folklórica de estos tiempos.
¿Sabías que estoy yendo a Mendoza seguido para producir vino?", le cuenta a Raúl Tilín Orozco el camarógrafo y productor del Canal de la Música (CM), Rubén Perez, a segundos de que se prendan las cámaras y de que ellos, Tilín Orozco y Fernando Barrientos, anticipen tres temas del recientemente cosechado álbum Tinto: folklore cuyano con espíritu y sensibilidad de rock, el tercero de una larga producción de canciones propias inspiradas en los ardores viñateros. "Compaaaadre, ¡lo felicito!", dice Orozco y se sienta, el cuatro en la mano, mirando su propia imagen en el monitor. "Eso deberían hacer todos. En vez de andar haciendo la guerra, qué más bonito que andar haciendo nuevos vinos".
"Y también canciones, gordo", sonríe como un pibe Fernando Barrientos, de pelo largo y espeso, tornando a gris, el rostro largo y las ojeras de ducho cantor. En eso se cuelga la guitarra acústica. "¡Pero claro!", lo mira Tilín, él de anteojos, cabello escueto y barba candado, todo negro. Hasta el tono es oscuro, rugoso, pero no perderá su melodioso fraseo mendocino para hacerle coros a la voz de Barrientos, que se eleva con potencia de tenor venido del rock, cantando "Cara sucia", "Pa' Las Catitas" (un homenaje al pueblo mendocino en el que se refugió Leonardo Favio, perseguido en los setenta por la Triple A) y esa obra en Sol Mayor llamada "El amor puede salvar", con acentos de baguala.
"El amor puede salvar, la inocencia de tus ojos, el incendio en la ciudad, lo que queda en los despojos./ El amor puede salvar, el después de las tragedias, si te matan, libertad, todo lo que te envenena", se oirá en Tinto: la canta Barrientos, rasguea el cuatro Orozco y el otro dúo, Gustavo Santaolalla-Aníbal Kerpel en producción, envuelven el sonido y el nada ingenuo profesar político del tema, que remite a la generación rockera de los sesenta. Santaolalla toca armonio, guitarras, clarinete, banjo, percusión, y hace coros en todo el álbum, que ratifica a Orozco-Barrientos como exponentes clave de la raíz folklórica emergente: sonidos cuyanos en nuevas texturas, para las canciones imperecederas que escriben, y que firman los dos: "No vamos a revelar cuál hace cuál", sonríe Orozco tras la grabación en CM. "Eso lo van a descubrir quienes oigan el disco detalladamente".
Puentes sobre puentes
Pega el frío húmedo en Buenos Aires: el cantor elige un amplio bar del Paseo La Plaza, solicita un café "bien negro" y espera a Tilín Orozco. Es tiempo de desandar lo vivido: el sonido que hoy vibra en el álbum Tinto se maceró en ambos durante años, celebrando las noches de juntadas guitarreras en lugares de Mendoza que no habrá de revelar. Un camino que completa el de los discos previos, Celador de Sueños (2004) y Pulpa (2008), producidos por Gustavo Santaolalla, al igual que este álbum Tinto de tapa borravino (guiño conceptual al Álbum Blanco de The Beatles y al Negro de Metallica, pero en clave viñadora).
El oído de Santaolalla fue central: el fundador de Arco Iris y Soluna, agrupaciones pioneras en los 70 al cruzar rock y folklore; el productor exitoso de Divididos, Café Tacvba, Bersuit Vergarabat, Semilla, y tantos otros discos en los 90 y fines de siglo desde Los Ángeles, completó el sonido y el proyecto: entonces, Orozco-Barrientos reflotaron el gran acervo de la música cuyana y lo llevaron a los grandes escenarios de todo el país. También Mercedes Sosa les brindó apoyo al compartir con ellos incontables conciertos y al grabar "Celador de sueños", ya un standard contemporáneo de Barrientos, en su disco Cantora (2009). También León Gieco los invitó a tocar, a girar, y comenzaron una afinidad sonora y vivencial perdurable con Luna Monti y Juan Quintero, y con él junto a Aca Seca Trío.
(La nota completa en Sudestada Nº 122, agosto de 2013)
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