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Malditos

Agustín Ramírez. Un corazón en el asentamiento

Compañero en los asentamientos organizados por los más desposeídos en San Francisco Solano, el recuerdo de Agustín pervive en todos aquellos que no olvidan el esfuerzo de esa lucha por un techo...

Los cien metros de calle que llegan hasta la casa de Francisca quedaron sin asfaltar. En los últimos años, la tierra poceada sobre la que andaban perros vagos, pibitos descalzos, albañiles en bici, carros tirados por caballos y autos destartalados fue siendo cubierta por asfalto o "mejorado" en todo San Francisco Solano, al sur de la Capital. Pero dejaron sin cubrir esa última cuadra de la calle 824, desde el cruce con la 891 hasta el paredón que tiene retratada la cara de su hijo, aquel pibe que tanta de esa tierra pisó, sembró con su ejemplo y regó con su sangre: Agustín Ramírez.

Francisca, la Negra María,
Chambi, Olga, Orlando, María Marta

Sábado al mediodía, 25 de mayo para más. Día peronista en el Conurbano del Siglo xxi: un sol tímido, descolorido, no puede del todo con la fresca otoñal. Aunque fecha patria, en esta Argentina de coyuntura está más presente la conmemoración de la última década política que la reivindicación de aquella revolución inconclusa, 203 años atrás. Pero en la casa de Francisca no se habla ni de una ni de otra efeméride. El locro resulta apenas una excusa para que los compañeros que se proponen organizar un festival en homenaje a Agustín se sumen al almuerzo familiar. Con la mesa ovalada y la otra rectangular alcanza, aunque entre las dos quede un desnivel que disimulan los manteles. Chambi llegó temprano. La Negra María esta vez faltó con aviso: no quiso perderse ver a Silvio, que a esa hora iba a cantar en la Plaza de Mayo. Los dos, Chambi y la Negra, compartieron andanzas con Agustín en tiempos de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), y desde entonces predican su ejemplo y su memoria. Después llegarán María Marta y Olga. Y Orlando, quien también compartió con el hijo de Francisca, hace casi tres décadas, movilizaciones y piquetes mucho antes de que los piqueteros existieran como movimiento social. Las zapatillas de los que van llegando traen en sus pliegues tierra de los barrios quilmeños San Martín, La Unión, La Cañada. Las experiencias pasadas acarrean la historia latente de los asentamientos en el conurbano sur...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Pablo Solana