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Colectivo de músicos Cono Sur

"La única manera de zafar es creando"

El colectivo de músicos Cono Sur -que integran La Cangola Trunca, Mati Mormandi y Tatadios- comenzó a tomar forma en una casona de La Boca. Los amontonó el viento sur que los une en sus formas de mirar la música, en los esfuerzos por tocar y producir de manera independiente y en sus ganas de intervenir en la realidad del barrio.

Domingo en La Boca, cerca de la cancha, pasado el mediodía, terracita, aroma a chapa y madera, un tímido sol de invierno del que Mati Mormandi trata de capturar algún calorcito mientras escucha embelesado un disco de Spinetta y en menos de lo que clava un acorde desarrolla una teoría musical sobre la poesía del Flaco ante la atenta mirada de Santiago de Cangola Trunca. Por abajo, paso cansino, cruza la calle Alfonso, de Tatadios, rumbo a la tienda del barrio en busca de alguna bebida que levante la resaca. "Ya vamos tan seguido que habría que poner una soga y pedirle a la doña las cosas con papelitos y que anote en la cuenta", propone Martín, bandoneonista de Tatadios y anfitrión del encuentro. Al fondo de la casona los muchachos de Cangola Trunca baldean la terraza a ritmo jujeño y tiran unos cables para la conexión eléctrica mientras esperan la feijoada que Gabriel, ilustre visitante de Brasil, cocina lentamente.

Quién sabe qué viento del Río de la Plata los unió en esta casona de la Boca, pero lo cierto es que desde hace algunos meses, todos estos músicos comenzaron a conformar el Colectivo Cono Sur. Los más chicos picotean un almuerzo temprano, Alfonso huye rumbo a un ensayo, alguien descorcha un vino y en espera del almuerzo surge la charla. Sobre el piso de madera descansan instrumentos, papeles, algunos almohadones, un grabador, termo, mate, ceniceros, un bagullo de hojas de coca, cinco artistas, dos periodistas y la primera pregunta:

-¿Se puede definir la música que hacen?

Mati: -Es uno de los grandes temas. Yo cada vez que tengo que decir lo que hago, o lo que hace Tatadios o La Cangola Trunca me paso un rato largo.

Martín: -Es como el cuento ese de Borges ("Tlön, Uqbar, Orbis Tertius") que habla de un idioma que no tiene sustantivos porque para la cosmovisión de esos tipos nombrar una cosa es quitarle entidad. El hecho de que no se pueda nombrar esta buenísimo, habla de que pasa algo mucho mas allá del nombre.

-Igual hay ciertas influencias folklóricas y cierto aire de jazz, y en tu caso Mati, cierta búsqueda de... ¿podemos llamarlo minimalismo?

Mati: -Nunca pretendí hacer un género, y a la vez tengo una suerte de influencia de varios géneros folklóricos, Río de la Plata, Uruguay, Argentina, Brasil... Empecé a tocar desde muy chiquito y estuve con un grupo del 97 al 2004, haciendo una música muy libre. Pero en un momento empecé a achicarme por cuestiones de supervivencia. Era eso o buscar un laburo de otra cosa. Ahora llevo tocando solo siete u ocho años. Para mí en la falta de sonidos y de músicos hay algo... en esa ausencia. Y me empezó a gustar cada vez más. Algo medio fantasmal, percusiones y sonoridades que están flotando, que no están pero las siento y los que están escuchando de alguna manera lo sienten o al menos le doy ese espacio para que ellos pongan lo que quieran. Muchos se desesperan: ¡Poné una batería! ¡Quedaría bien un bandoneón! ¡Claro, pagales vos! De la carencia hice una cosa, y ahora estoy en el camino contrario, empezando a armar un grupo y siempre colaborando con otros músicos. Pero eso ya es parte del mensaje que me interesa transmitir. El arte y la cultura son de abajo para arriba. Después, que lleguen a las catedrales más grandes es otra cosa.

-¿Y qué más los une como colectivo?

Mati: -Las cosas se dan por naturaleza, caen de maduro, te la dejan picando... Fue muy natural, lo habitacional, lo geográfico, estamos todos en veinte cuadras, compartimos muchos momentos.

Martín: -Tenemos muchas influencias e ideas en común, pero también nos une la necesidad de no querer meternos en un circuito que generaron otros con otras intenciones, otras filosofías o maneras de vivir. Reconocer lo que cada uno fue construyendo todo este tiempo y creer en todo eso que se hizo, y generar nuestro propio circuito.

-¿Y cuál es ese circuito?

Mati: -Somos estos tres grupos y muchos amigos y gente cercana que estamos tocando en casas y galpones y otros tipo de lugares donde están pasando cosas. Y está bueno que en vez de tocar todos sueltos nos organicemos, dar a conocer que somos los que estamos haciendo esa misma huella.
Martín: -Los chicos de la Cangola son de Jujuy y tienen muchos lugares ahí, o en Tucumán, por ejemplo. Nosotros estuvimos en Uruguay y el otro año yo fui a tocar a Brasil y terminé consiguiendo una gira con Tatadios. Está bueno compartir esa información.
Mati: -Y no esperar que nadie nos abra ninguna puerta porque la puerta es nuestra.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 114 - noviembre 2012)

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Autor

Tomás Astelarra y Nadia Fink