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Fattoruso y Yahiro en el festival Claypole Jazz

Magia oriental

Un uruguayo y un japonés, o dos orientales perdidos en un festival de jazz con gusto a barrio. Uno, Hugo Fattoruso, con su valija melódica de la que se escapan los candombes y el jazz rioplatense. Otro, Tomohiro Yahiro, percusionista nipón, admirador de la música latina y aventurero al otro lado del mundo.

Hasta el más informado de los vecinos que asistió a la apertura del primer festival internacional de jazz en Claypole no habrá podido evitar preguntarse qué estaba pasando. Sin reparar en las fronteras ni en las limitaciones, tenía ante sus ojos a un uruguayo con pasado rockero, esencia candombera y presente jazzero y a su lado, a un percusionista japonés amante de la bossa brasileña; los dos dispuestos arriba de un escenario al sur del sur del conurbano bonaerense, listos para presentar temas de su trabajo común, titulado irónicamente: Dos orientales. Vale señalar que el segundo y más reciente de los discos de esta dupla, Orienta (2011), fue prenominado a los premios Grammy de ese año, en el apartado de Best World Music Album. Otra vez, los fanáticos de los rótulos musicales, los eruditos que subrayan límites y que dividen a las melodías en cajones de un ropero estático, pero bien ordenado, no entienden nada, pierden la brújula y se salen de sus casillas. ¿Qué raíces unen a uno y a otro oriental? ¿Qué hilos invisibles tensan la música del rioplatense y del nipón? ¿Qué mágica cadencia los arrastra a dejarse llevar por los laberintos de armonías que se burlan de palabras tales como "fusión" y "versatilidad"?

Puestos a agudizar un poco en los detalles, habrá que decir que el rioplatense que arremete contra el piano para interpretar "Esa tristeza", de su compatriota Eduardo Mateo, no es otro que Hugo Fattoruso, una de las referencias ineludibles de la música uruguaya desde sus inicios en Los Shakers hasta su paso como compañero melódico de Chico Buarque, Milton Nascimento o Jaime Roos, entre tantos otros. "En 1985 yo vivía en Brasil y en esa época formé parte de una de las bandas de Djavan. Cuando viajamos a Japón, conozco al señor Tomohiro y quedamos medio amigos. Al otro año volvimos. Después yo me mudé de país y perdimos contacto. Pero él me buscó, hasta que me encontró -relata Fattoruso, antes de añadir más detalles-: Me encontró en Estados Unidos y me convidó a trabajar con otro amigo, un músico japonés, Takamasa Segi. Ahí se consolidó una amistad, y un día me dijo: ‘¿qué te parece si tocamos de dúo?'. Así que este año va a ser la sexta gira en Japón, y es la primera vez que estamos tocando aquí, en Argentina, con Dos orientales".

El otro misterio en escena se llama Tomohiro Yahiro, percusionista y arreglador, quien en correcto español explica las razones de ese encuentro intercontinental: "Viví cerca de once años en las Palmas de Gran Canaria, ahí aprendí español. Mi primer profesor de percusión fue un argentino y me enseñó a tocar la batería y los ritmos latinos. Volví a Japón, y en los ochenta estaba de moda la música brasileña. Ahí justo conocí a Hugo. Y naturalmente así, teniendo intercambios con los latinoamericanos, fui aprendiendo poco a poco". Sobre la experiencia de tocar tan lejos de su terruño, el japonés simplifica: "A mí me da lo mismo estar tocando en Japón o en Sudamérica. Sólo que en Japón los conciertos comienzan a las seis y media, siete de la tarde, porque hay una diferencia de horarios y de costumbres. Pero yo también estoy viajando por Europa, y a mí me da lo mismo en cualquier lugar. Nuestro mundo es esto, el escenario, lo que tenemos que hacer es tocar y chau. Me encanta esta vida". Sobre su compañero de ruta, Fattoruso señala: "Tiene la gran paciencia y el entusiasmo que caracteriza a su cultura. Cuando vamos de gira por Japón hacemos entre 22 y 26 ciudades, nos quedamos seis o siete semanas y hacemos conciertos de Norte a Sur y de Este a Oeste. Él graba los conciertos todas las noches, después escucha y va haciendo sus arreglos. Es mi gran amigo y gracias a Tomohiro estoy regresando a ese maravilloso país milenario, con esa gente maravillosa. Con él entré en lugares a los que jamás entró un sudamericano".

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 108 - mayo 2012)

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Autor

Ramiro Montero