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Entrevista con el poeta ecuatoriano Antonio Preciado

"La palabra es del pueblo"

La voz de la negritud de América Latina, el poeta del compromiso, la sombra alerta de un continente que despierta se presenta desnudo. En su mirada brilla el futuro. Es Antonio Preciado, es Ecuador.

Ni una mosca voló en la noche que volvió la poesía al escenario Atahualpa Yupanqui. Las campanadas de una Iglesia callada enmudecieron. Dijo lo que tenía que decir.
Con Preciado regresó la palabra a Cosquín, y sobrevolaron las historias de los pueblos que fueron cedidas a los poetas para que digan.

Desde los años de Jaime Dávalos, Manuel Castilla, Hamlet Lima Quintana y Armando Tejada Gómez, no subía un poeta con sus versos al mítico escenario; a lo que alguna vez César Perdiguero definió como "el gran congreso de la coincidencia nacional: la de la coincidencia armoniosa del canto".

Luego de que se produjera el regreso añorado, Sudestada entrevistó a Preciado en una casa enclavada en un cerro urbano coscoíno. Y mientras el poeta hablaba, a pocos metros alrededor de una mesa se asistía al rito de vino, guitarras y amistad.

-Usted tuvo el privilegio, la valentía y la responsabilidad de poner en su lugar a la poesía en Cosquín...

-Para mí fue un gran honor porque reanudar eso, que era habitual en Cosquín y que se suspendió durante algunos años, fue un privilegio que agradezco profundamente.
Creo que el festival convoca a un sentimiento patrio profundo. Digo que aquí, en el ala poética y en el ala musical de la canción terrena, en la canción nativa, palpita la Argentina profunda a través de las voces de sus poetas, de sus cantores; esas voces legamosas insustituibles del pueblo que aporta en el contenido a lo que hacen los cantores.

Aquí se hace una suerte de devolución de la palabra al que le pertenece. Qué quiero decir con eso; que la palabra, en realidad, es del pueblo, es del hombre en general. Todo idioma, toda lengua supone indispensablemente un acuerdo, un entendimiento, sino no podría haber comunicación y eso se va logrando poco a poco en procesos interminables. Y el hacedor de esa lengua día a día, minuto a minuto, segundo a segundo es el pueblo; son todos los hablantes de esa lengua. De modo que cada palabra que utiliza el poeta está cargada de esa convergencia de todos en el concepto de esa palabra. De modo que el poeta encuentra una palabra trabajada ya por el pueblo conceptualmente, y él le da denotaciones peculiares, tamizándola por su sensibilidad.
Tal vez, incluso, vuelve a crearla pero sin que pierda su esencia, sin que deje de ser la palabra que ya trabajó el pueblo, que anduvo en la boca numerosa del pueblo.

Entonces aquí en Cosquín es lo que se hace cuando se pone a un poeta delante de una multitud: devolver esa palabra al pueblo que le pertenece, ya trabajada por el poeta. Además en el caso de la poesía, ella reside en todo cuanto existe. No es exclusividad del poeta. Nadie vive sin poesía. El poeta puede descubrir, percibir dónde se encuentra eso que es la poesía. En mi caso, pienso que la palabra tiene que ir de vuelta a su hacedor, que se convierte luego en destinatario, en un movimiento parabólico. Soy un poeta que me considero popular comprometido, un poeta que trabaja con contenidos documentales y emotivos; lo emotivo como vehículo de comunicación. Nunca desnudo mi poesía de esa emoción.

-¿Cómo hace para cantarle a la negritud, a esa cultura vigorosa y de marcada presencia en nuestro Continente, en un idioma como el español?

-La cultura tiene un carácter axial y totalizador. Es decir, que toca todo lo que hace un hombre que pertenece a un determinado conjunto humano. Vista de la manera más simple, la cultura viene a ser la forma de ser de una determinada comunidad, de un determinado pueblo, de un determinado conjunto humano. Y el poeta, como parte de esa comunidad, comparte los mismos problemas, la misma cotidianeidad, la misma lengua, las mismas hablas peculiares de esa comunidad. Comparte sus desventuras, sus anhelos, sus alegrías, sus proyecciones. De modo que no deja de ser sino un hombre más de esa comunidad. Él es también, no solamente un circunstante, sino un protagonista de un determinado momento histórico que comparte con otros hombres, con otros seres humanos.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 106 - marzo 2012)

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Autor

Pedro Solans