Flores cortadas

El doble carácter revolucionario, de género principalmente, pero también de clase, de estas dos flores aguerridas exige un esfuerzo extra por recuperar sus historias y sus ideas, en un mundo escrito no sólo por vencedores, sino también por hombres.

Cada uno elige dar esta lucha a su manera, algunos prefieren desmasculinizar el sujeto con un arroba, otr@s prefieren desdoblarlo en dos, nosotras y nosotros preferimos echar luz, críticamente pero a la vez valorizando el doble esfuerzo, sobre su impacto como protagonistas de un cambio social.

En el número anterior la tuvimos a ella, Rosa, tomando las armas de la política y dando el combate incluso dentro de sus propias filas. Su historia nos enseña que las contradicciones sociales propias del capitalismo están en todos lados, pero que se vuelven absurdas cuando se evidencian allí donde son cuestionadas. Es cierto, ella se hizo escuchar y todos la escucharon, pero no alcanzó su enorme fuerza de voluntad para romper el silencio que llega hasta nuestros días.

Hoy traemos a Violeta, la libre combatiente, eterna buscadora de la belleza popular, que tuvo que romper viejos moldes para hacer realidad sus sueños, en los que todos estaban incluidos. El mundo, el que quería cambiar, le quedaba chico. ¿Cuánta profundidad se perdió la historia por silenciar a la mujer? ¿Qué futuro nos estamos perdiendo? El precio es el de un rol accesorio, secundario, que se percibe no sólo en un programa de televisión, sino también en una empresa o en una organización.

Tal vez nos salve el esfuerzo doble que tuvieron que hacer esas flores de colores para ser escuchadas, comprendidas, tenidas en cuenta, en las altas esferas, pero también en la calle, en la casa, en la vida cotidiana.
Por eso quisimos incluir en este número también la historia de una de las mujeres más luchadoras de nuestro pequeño país, parte de las madres de esos soñadores que se llevaron los buitres. Y meternos de paso en la enorme polémica sobre su apoyo al gobierno nacional, que hoy divide a la izquierda y enmudece a más de uno. Porque entendemos que el silencio es un arma de otra clase, de los arrebatadores de palabras, de historias y de identidad. Es difícil disentir con organizaciones como la que representa Hebe, con una gran historia de lucha contra el miedo. Pero nos interrogamos mucho sobre su decisión de levantar la Marcha de la Resistencia en un país con miles de luchadores sociales procesados y un desaparecido que flota en las pesadillas de todos.

Así y todo, aquí está Hebe, en nuestra tapa, con su sueño de justicia que no descansa, una flor que, esta vez, no será cortada.