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El pucho en la oreja

La máquina maldita

La imagen dominante en la dictadura militar son las fotos 4x4, hechas cartel, de los desaparecidos. Una foto al lado de la otra, en blanco y negro, tres cuartos de perfil, caras jóvenes, caras serias. Caras en serie.

La imagen dominante en la dictadura militar son las fotos 4x4, hechas cartel, de los desaparecidos. Una foto al lado de la otra, en blanco y negro, tres cuartos de perfil, caras jóvenes, caras serias. Caras en serie.
La imagen dominante en la dictadura militar son los pañuelos blancos en las cabezas de mujeres grandes, pañuelos que reclaman, que buscan, que preguntan. Pañuelos que trazan un círculo en la plaza. Esas mujeres grandes, corridas por la policía e ignoradas por la curia. Pero vuelven, insisten, siguen caminando. Se hacen dueñas de la plaza. Se multiplican en millones que caminan con ellas.
Estas imágenes, sí.
Y estas otras.
La imagen de la dictadura militar son los goles de Mario Kempes, Daniel Passarella levantando la copa, César Luis Menotti con sobretodo y fumando, Videla en el palco. Y después Videla saludando a los jugadores, y José María Muñóz alabando la canalla.
La imagen de la dictadura son los pies fríos de la guerra en Malvinas, los gurkas que nadie vio, el frío del hielo para el whisky de Galtieri. El conductor Gómez Fuentes, las caras de Cacho Fontana y Pinky. El regreso de los chicos de la guerra, el trauma y los suicidios.
La imagen de la dictadura son las cejas de Massera, las orejas de Martínez de Hoz, los tics nerviosos de Videla, el gesto ausente de Agosti, la mirada torva de Astiz.
La imagen dominante de la dictadura son todos los que estaban en la Plaza de Mayo el 30 de marzo de 1982, antes de Malvinas, corriendo porque los policías y los caballos corrían persiguiendo a la gente, y los gaseados corrían, y las madres corrían. Hasta que no quedó nadie.
Los sistemas de crueldad son aritmética pura: una administración del tiempo, una ordenación espacial, un gesto preciso para el acuerdo e igual de preciso para matar una vida. Es un martillo que golpea la bala y la bala sale con la exactitud de una máquina. Los sistemas de crueldad son modos de extensión sobre las vidas de la gente; ocupación del territorio ajeno, domesticación de los más chicos, persecución de los más jóvenes. Los cuerpos a merced del dictador. De la perversión del dictador y de su paje.
El discurso de la dictadura es cerrado y de amenaza, el silencio es grande, las decisiones son despóticas. Qué se puede leer y qué no, qué se puede decir y qué no.
Lo visible es lo que se permite ver, lo autorizado a ser visto; lo otro es lo que está obligado a retraerse, pura oscuridad. Ceguera.
La dictadura pretende legitimar su barbarie a través de la imagen; a la vez, tortura y mata en sus cuevas. La imagen es la televisión, preferentemente la televisión, intervenido cada canal por cada una de las armas de las fuerzas armadas: Canal 9 para el ejército, Canal 11 para la marina y Canal 13 para la aeronáutica.
La televisión de catorce horas encendidas, de penetración directa, de encierro en el hogar. En pleno encierro, televisión y hogar son un maridaje perfecto, se corresponden entre sí: la televisión amplifica la vida política en la vida hogareña; y el hogar alberga y cree en lo que ve, y da sentido a la televisión.
En la sociedad del encierro que es la dictadura militar, en el encierro que es el estado de sitio; en el peligro de pisar la calle porque hay balas, secuestros, detenciones, golpes, policías embriagados. En esa tormenta, la televisión es el único ojo para ver.
¿Qué se ve?
Se ven telenovelas y noticieros y a Mirtha Legrand y a Jorge Porcel y las carreras de Fórmula Uno; pero lo que más se ve son los límites y la censura impuestos por la Secretaría de Información Pública, por cualquier cosa: por la barba, por la izquierda, por el largo del pelo. Por lo que sea. Vigilar y castigar.
La televisión, desde 1976, es una planicie. La dictadura, en esa planicie, inunda la pantalla con sus propias producciones, casi desde el comienzo. A seis meses del golpe de estado, se inicia un bombardeo publicitario que no va a parar hasta el final de la guerra de Malvinas, que es también el final de la dictadura. Seis años de insistencia. Documentales, propagandas, institucionales, celebraciones, mediometrajes, etc. Todo en fílmico, para cine y televisión. Mucha televisión. Con campañas ordenadas por tema, con eslogans publicitarios realizados por agencias importantes, ad honorem y sin pedidos de almirantes o generales, ad honorem de motus propio. Una donación.
Y estas campañas: Ganamos la paz, Soberanía, Tiempo y esfuerzo, Argentina Camina, Autoridad, La mujer de hoy, Argentinos a vencer, Recuerde y compare, Un cambio de mentalidad, El mundo tiene 5 grandes problemas. La Argentina no tiene ninguno ¿Entonces? Un cambio de mentalidad, Unámonos y no seremos bocado de la subversión, entre otros. ¿Tantos? Sí, muchos, y de una enorme eficacia.
Apenas seis meses después del golpe de estado, se emiten por televisión cuatro propagandas institucionales. El tema: una descripción de lo ocurrido desde el 24 de marzo de 1976 hasta ese presente, medio año más tarde. Cuatro modos de intervención sobre la población, cuatro temas distintos y un mismo objetivo hecho de Fuerzas Armadas necesarias, de Iglesia Católica como vigía permanente, de la familia como estilo de vida y de una juventud pródiga y sana. O sea: remplazar a la política por los militares, a la ideología por el catecismo, a la militancia por el hogar y a los ideales por la tradición.
Es la primera propaganda televisiva del gobierno. Había cadenas nacionales y escenas en los noticieros, se publicaban avisos de respaldo y exaltación del nuevo gobierno. Pero esta campaña llamada "6º mes FF.AA." inauguraba una forma de emisión de ideas, principios, advertencias, etc., que van a transmitirse a través de la televisión como el órgano de distribución capilar por excelencia. La cantidad de publicidades y la variedad y especificidad de sus temas a lo largo de toda la dictadura militar, dan cuenta de esa intervención reticular. Todo tomado, el trabajo, los jóvenes, la familia, la vida cotidiana, la presencia de la iglesia. Todo. La vida privada escrutada en cada rincón, en cada agenda y en cualquier gesto; y la vida pública, baleada por una política totalitaria y una economía de empobrecimiento general.
Estas cuatro piezas publicitarias van a ser la plataforma de todas las que siguen. Cada propaganda, para cada una de estas piezas, un tema central: la lucha contra la subversión, lo argentino, el estilo de vida y la juventud.
En la primera de las propagandas, un locutor ceremonioso, con tono de gravedad castrense y acompañado por una música sacra de fondo, comienza diciendo:
"Hace seis meses, las Fuerzas Armadas ante la corrupción y el caos, la indisciplina moral y el peligro cierto de desintegración en el que se hallaba el país, asumieron el poder político para reinstaurar el orden que se hallaba subvertido, la honestidad que se había negociado y olvidado"...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

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Autor

Gustavo Varela