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Entrevista con Rafa Hernández

“El rock era la puerta para acceder a pensamientos más allá de la música”

Conversar un rato con Rafa Hernández es meterse en un viaje rumbo a los años ochenta, a otra radio: esa que todos escuchábamos fascinados por la buena música que pasaban, pero también por los personajes que se asomaban y la mística que se iba construyendo. La voz del inolvidable Piso 93 evoca aquello viejos tiempos y plantea algunas pautas de por qué el rock y la radio fueron mutando a formatos netamente comerciales.

Algunos infortunios retrasaron el encuentro. Pero después de semanas, la coordinación fue efectiva y la casa a donde fui a tocar el timbre evidenciaba una mística de aquella bohemia de los años ochenta. En este caso no es un músico, pero su relación con la música y la marca de su voz se emparentan muy bien con esa figura. El hombre que supo cambiar la cara de Rock & Pop es el que sale a abrirme. Rafael Hernández, a quien sencillamente le quedó "Rafa", enciende la charla con algunas anécdotas y el grabador se pone rojo. Mate va, mate viene, los recuerdos, de a ratos, empiezan a darle la mano a la nostalgia y lo que suena es Piso 93. Aquel mítico programa, que supo ser la trasnoche de la recordada radio de Daniel Grinbank, daba para todo. Podía tenerlo al Indio Solari tomando fernet y charlando como si fuera el living de su casa o podía cruzar en la puerta a Charly García con ganas de pasar música. O se escuchaban párrafos que iban de la mano con Viaje al fin de la noche de Celine. O se traducían las letras de Tow Waits o Jello Biafra
Hernández, nacido en Pehuajó, se enamoró de la voz radial, terminó siendo el locutor de una época y la marca registrada del slogan: "Rock & Pop: donde el rock vive". Su historia plagada de momentos rockeros, tuvo como piedra angular a Piso 93. En la actualidad, con la misma personalidad que construyó desde el rock, hace un programa en la Nacional Folklórica (98.7) que lleva por nombre El Rastrojero Fantasma. Allí su voz no aparece tanto. Los que hablan directamente son las canciones que pasa al aire. Desde Atahualpa Yupanqui hasta Alfredo Zitarrosa. Y sin temor a los tiempos, los oyentes que están ahí saben que pueden llegar a escuchar completa la obra del uruguayo que titula como "Guitarra Negra" (casi 17 minutos) y que inunda el éter de una poesía infernal. "Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan... Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos... Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas".
–¿Cómo se desató tu pasión por la radio y qué encontraste ahí?
–La radio era en blanco y negro. Pero estaba llena de colores, porque como bien definía nuestro querido locutor y poeta Omar Cerasuolo: era el teatro de la mente. En ese momento se llevaba puesta a la televisión y pasaban cosas importantes, desde el entretenimiento hasta lo cultural. Estaban las mejores voces, las mejores imaginaciones. No existía la necesidad del apuro y de estar cambiando cosas, como sí tiene la multimedia que se ofrece hoy. Tenías tus programas favoritos, donde te veías reflejado por esos conductores o animadores y los digerías en tiempo real. Estaban Héctor Larrea, Antonio Carrizo, todos esos monstruos de cuando uno era chico. Esa mística de radio te pone con una ilusión especial, de dejar el interior y venir acá, ponerse a estudiar tres años, pegar laburo y estar con los tipos de los cuales aprendiste toda la vida. Y cuando tenés la oportunidad de hacer algo personal, como la tuve yo, darle rienda a la locurita. Mi mejor momento fue cuando se inauguró la Rock & Pop. Estaba todo por hacer y teníamos muchas ganas. Nos divertíamos como locos. Vivíamos en la radio...


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Autor

Gustavo Grazioli