Gülen: el poder en las sombras de Turquía

1. Las mañanas en la finca de Pocono, en el estado de Pensylvania, transcurren acompañadas por el silencio del bosque que rodea su casa. Blanca, casi angelical, la casa de dos pisos es típica de Estados Unidos, construida con madera y techo a dos aguas. El interior es ameno y cálido; su habitación pequeña, sencilla y colorida. Un lugar simple, que no genera más sospechas que las personas que la habitan.

Fetullah Gülen, uno de los hombres más polémicos y cuestionados en Turquía, camina entre pinos acompañado por sus más estrechos colaboradores. Alrededor de ese hombre que mueve los hilos más sensibles del poder del Estado turco se tejen historias, acusaciones, demostraciones de admiración y un sinfín de hechos que intentan torcer la historia actual de Turquía. Sus seguidores son millones. Y entre sus detractores el más acérrimo es el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, que pocos años atrás era su aliado incondicional.

Pero la casa en la cual El Predicador recibe a sus colaboradores y vive en un autoexilio que roza el misterio, es sólo una parte del complejo ubicado en la costa este de Estados Unidos. Frente a su hogar, se levanta una mansión señorial donde Gülen trabaja y teje, con las manos sensibles de un líder golpeado, una trama que cruza a toda Turquía pero también influye en más de cien países en el mundo. Porque el movimiento Gülen, como es conocido a nivel internacional, no se limita a la prédica del Islam sufí ni a la fundación de escuelas en todo el mundo, incluida Argentina; un grupo de fuertes empresarios turcos conviven en ese movimiento caído en desgracia en Turquía, pero que todavía se permite muy buenos y redituables negocios.

Mientras duró su alianza con Erdogan, Gülen dio una orden concreta y precisa: infectar al Estado turco de seguidores y cuadros del movimiento, principalmente en el Poder Judicial, y en los cuerpos de seguridad e inteligencia. Una de las ideas más poderosas que emitió Gülen fue en 1998, cuando les dijo a sus seguidores en un sermón filtrado por la prensa: "Tenemos que avanzar por las arterias del sistema hasta llegar a todos los centros de poder sin que nadie note nuestra existencia, aguardar el momento en que las condiciones estén maduras. Si hacemos algo antes de tiempo, el mundo va a herir nuestra cabeza y todos los musulmanes sufriremos… Nuestro tiempo no ha llegado aún. Debemos esperar las condiciones adecuadas para conseguir llevar el mundo en nuestras espaldas. Esperar hasta haber acumulado todo el poder del Estado junto con el dominio de todas las instituciones constitucionales de Turquía… La toma de cualquier tipo de medida sería un acto demasiado apresurado antes de que ese momento hubiese llegado. Sería como romper un huevo sin esperar los cuarenta días necesarios para su eclosión".

La idea fuerza del movimiento Gülen se encuentra en estas palabras. Palabras que, junto a otras acusaciones, le valieron a El Predicador un juicio por intentar cambiar la estructura secular del Estado turco y su posterior salida del país en 1999. La luz de Gülen, que se potenciaba con el poder político de Erdogan, comenzaría a apagarse en 2010.

2. "Siete millones de seguidores en más de ciento treinta países, mil quinientas escuelas con miles de alumnos diseminadas en todo el mundo, universidades en Turquía, grupos financieros, un banco, millones de dólares disponibles, fundaciones, medios de comunicación y una hermandad secreta en el tejido social y político turco. Esto es parte de lo que representa y constituye la enorme y poderosa red sin parangón en el mundo: el Movimiento Gülen". Así comienza el libro Fetullah Gülen. La enigmática red política turca llega a la Argentina, publicado en 2014 y cuyo autor es Pablo Kendikian, director de la agencia Prensa Armenia.

Hizmet (el Servicio) o Cemaat (Comunidad), así llaman sus propios miembros al movimiento Gülen, fundado en 1970...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)