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A fondo

Quique Pesoa: "Hemos abandonado el pensamiento"

Mientras las corporaciones mediáticas avanzan a paso redoblado sobre cualquier vestigio de comunicación plural, en su hogar-estudio de San Marcos Sierras, en Córdoba, el locutor, músico y periodista Quique Pesoa se detiene a pensar sobre nuestro presente e intenta ir más allá de la instalada grieta. “Hoy la derecha llega al poder sin tirar un solo tiro”, dice en esta entrevista con Sudestada el conductor de El desconcierto, mientras reclama más que nunca sentarse a leer, escuchar al otro y repensar el rol de los intelectuales de nuestro país.

"Tergiversen todas mis respuestas", ironiza del otro lado del teléfono, apenas termina la entrevista. Cuesta poco imaginarse a Quique Pesoa en su estudio, micrófono en mano, cebando unos mates y mirando el paisaje de su actual refugio en San Marcos Sierras. Lejos del ruido artificial de los gigantes corporativos, ajeno a la agenda que imponen los comerciantes de los medios del sistema, Pesoa trabaja a contrapelo: desde ese lugar, dispara ideas. Provoca, inquieta, empuja. Intenta hacernos pensar, romper lo establecido, pisar los lugares comunes. Por eso, lo mejor es dejar el grabador prendido y escuchar a Quique, para después analizar sus palabras y discutir entre todos.


–Hoy se señala que hay un tipo de periodismo que llegó a su fin en Argentina, que la idea de objetividad y de independencia como maquillaje ya no existe más. ¿Creés que existe otro periodismo?


–La pregunta es si alguna vez existió ese periodismo tal como lo imaginamos y lo soñamos. Siempre se trató de una utopía, una de esas cosas que están en un horizonte inalcanzable pero que te ayudan a caminar, a seguir adelante. Pero en el fondo me sigo preguntando si existió ese periodismo como tal. En una época buscábamos la objetividad y después nos empezamos a dar cuenta de que el periodismo estaba hecho por seres humanos, donde lo que sobresale es la subjetividad. La sensación que tengo es que el periodismo de ahora no es mejor o peor que el de años atrás, creo que no cambió mucho. Hemos cambiado nosotros en cuanto a la percepción del periodismo, donde la información es una simple mercancía y esto no es solo algo peyorativo de la derecha, también es de la izquierda. Desde La Gazeta de Buenos Ayres de Mariano Moreno hasta la actualidad. Por eso, cuando se habla de censura, es discutible. También en esos momentos se elegía qué publicar y qué no. Hay una estela muy lábil entre la elección y la censura: ¿a qué llamás elección de un tema o censura de otro? Me parece que vamos acomodando un poco las cargas como nos va conviniendo, pero se elige desde todas partes. Se compra y se vende, como si la información fuese otra mercancía. ¿De qué periodismo hablamos? En todo caso, cualquiera que está haciendo periodismo se podría decir que está mintiendo, entre comillas. Informa según su cristal y lo cuenta de acuerdo a su pensamiento, al lugar que ocupa en la sociedad, a su estrato social. El periodista la cuenta desde allí. Yo no les creo mucho ni a tirios ni a troyanos. En definitiva, todo se compra y se vende en el periodismo. Ves una noticia de fiebre chikungunya y, acto seguido, va una publicidad de Off!... Es demasiado obvio, muy grosero todo lo que se hace en materia informativa. En cuanto a la opinión también, sea en Página/12 o en La Nación, cuesta encontrar a un tipo con un pensamiento independiente. El otro día leí algo de Mempo Giardinelli que me llamó la atención porque estaba encarnando una cierta autocrítica que el kirchnerismo todavía ni empezó a mostrar. Entonces ahí me encuentro con alguien que me hace pensar, que me incorpora un tipo de pensamiento distinto. Sé dónde está parado Mempo, pero también sé que trata de evitar el dogma y el fanatismo. Se detiene a pensar, a ver cómo es esto que pasó. Son como pequeñas linternitas cuando eso ocurre, pero contadas con los dedos de la mano.


–No es un fenómeno nuevo, pero en estos años la gente empezó a exigir que los periodistas defiendan lo que ellos piensan, para sentirse representados. Cuando vos declaraste que ibas a votar en blanco, mucha gente te cuestionó, como si el oyente sólo estuviera dispuesto a escuchar a quienes piensan como él…


–Sabés la cantidad de discusiones que he presenciado en mi mesa, con amigos… Unos, aduciendo cosas dichas por Jorge Lanata, y otros, escuchadas a Víctor Hugo Morales. Yo digo: ¿no leen nada? ¿No tienen otro pensamiento? Están discutiendo cosas que dijo uno de un lado y otro del otro. Seguimos con la estupidez de la polarización, tomando como verdad la palabra de dos tipos que ganan 100 mil dólares mensuales cada uno. No está bien eso, podés escucharlos, pensar, divertirte, pero no podés sostener dogmáticamente una discusión por algo que dijo Lanata o Víctor Hugo. O salir 10 mil personas a marchar por la supuesta libertad de prensa de Víctor Hugo Morales… Tienen que estar todos locos para que se arme una marcha así. ¡No están marchando por el despido de un tipo que gana 5 lucas por mes, sino por el despido de un hijo de puta que gana 100 mil dólares mensuales! Y él prohíja esto, porque también está enroscado en lo mismo, y del otro lado está Lanata. Hay una confusión muy grande y no se está pensando.

Hay un problema muy grave y es que hemos abandonado el pensamiento. Ha sido reemplazado por el dogma. Y esto es volver atrás, como si estuviésemos de nuevo en la edad media. Me da la sensación de que la vida no vale un pedo, es una regresión. No pensamos más como cuerpo social. Es obvio que hay excepciones, pero no veo a los intelectuales pensando. ¿Dónde están los intelectuales? ¿Son los de Carta Abierta escribiendo pelotudeces que son temporales? ¿Esos son los intelectuales que tenemos? ¿Horacio González lo es? Yo me vuelvo loco con esto porque ni siquiera estamos leyendo a los viejos intelectuales, porque ya no se lee. Parto de esta base, ¿cuáles son los intelectuales que tenemos hoy en día? Lo de Mempo me hace pensar que acá hay alguien más que está pensando, más allá de los animales que somos. No hay modelos para seguir. Si los modelos son Víctor Hugo o Lanata… yo me quiero matar. No estamos pensando, este es el eje...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Ignacio Portela