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Editorial

Bertolt Brecht tenía razón...

"No hay nada peor que un burgués asustado", reza la frase que el intelectual alemán usó para sintetizar un modo de pensar y actuar de estos sectores de la sociedad. Hoy, después de varias décadas, estamos en nuestro país siendo partícipes de una campaña mediática furiosa y lamentablemente con precedentes no muy lejanos. Esta prensa canalla monopolizada por agentes periodísticos funcionales al sistema no repara en sus múltiples recursos a la hora sumergir y ridiculizar protestas sociales, como lo hizo la semana antes de la masacre del puente Pueyrredón El nivel de intolerancia, la Tolerancia cero a la que recurrió el flamante diputado Carlos Ruckauf cuando fue electo como gobernador de la provincia de Buenos Aires, se vuelve a instalar. No fue hace mucho, pero ahora nadie parece recordar.

Esta Tolerancia cero que prometió erradicar la inseguridad mediante balas para cada asaltante, ahora se utiliza en contra de los piqueteros. Estos piqueteros que en su momento la clase media argentina abrazó un segundo cuando se solidarizaron con los ahorristas. Piquete y cacerola, la lucha es una sola, cantaba la clase media y hasta le acercaba un vaso de agua a esos individuos que venían desde la provincia. Luego protestaron porque estos desocupados tuvieron el tupé de encapucharse. Nunca lo entendieron, ¿para qué la capucha? Preguntaban los campeones democráticos como Leuco, Bravo, y Magdalena Ruiz Guiñazú desde sus cómodos estudios de radio. No querían creer que era por seguridad. Ahora se quejan porque estos piqueteros no quieren trabajar, son todos vagos, y encima cortan las calles y la clase media no puede tomarse el taxi para ir al banco o para circular libremente como lo ampara la bendita constitución. Parece un chiste pero no lo es. "Estos grupos están todos politizados y son manejados por punteros militantes", dispara una señora muy bien vestida en una encuesta a favor o en contra de los piqueteros para la televisión. Esta clase baja ahora se toma el derecho de pensar, de hablar de política y hasta de imaginar un futuro para todos con distribución equitativa de la riqueza. Esto ya es intolerable para los buenos ciudadanos que pagan sus impuestos. "Estos piqueteros rompen las bolas a todo el mundo, no dejan pasar a nadie y ahora quieren un aguinaldo, no laburan y lo único que falta es que pidan vacaciones, este país es una joda" se indigna un taxista y se suma a la histeria reaccionaria.

Vale la pena decir que actualmente hay 2.600.000 planes de Jefes y jefas de hogar de los cuales las organizaciones piqueteras controlan sólo el 10 %. El 90 % esta en manos de otras organizaciones y muchas de ellas de estrecha relación de los punteros del partido peronista. Vale la pena decir que este 10 % con el magro subsidio del Estado realizaron innumerables merenderos, huertas comunitarias, y hasta centros de Salud y Educación porque desde hace varios años el Estado no pisa las calles de tierra. Vale la pena decir esto, claro que vale. Por supuesto no es noticia par la lacra informativa, es mejor informar del Kaos de tránsito y el informe desde el helicóptero policial para el señor automolivista, será mucho más sensacionalista.

¿Vale la pena analizar el rebrote fascista y autoritario que prende como pólvora en la clase que maneja la agenda informativa? Claro que sí, y debemos intentar frenarlo. Porque cuando escuchamos decir sin ningún plurito "hay que exterminar a los piqueteros". Uno se asusta. Claro es más fácil esconder el problema que ir a las causas que la originaron. Los planes neoliberales, el bendito 1 a1, la flexibilización laboral, privatizaciones fraudulentas, y la lista es muy larga y compleja. Pero para que pensar si el gobierno puede reprimir, o en su defecto organizar un Corsodromo donde puedan ir a protestar y no joder a nadie. Los medios exigen represión y Aníbal Fernández esta a la izquierda de Mao e intenta hacer razonar a un Ari Paluch nazi con rulos. Esta maniobra del gobierno de no actuar y dejar que el odio hacia se acumule puede llegar a ser peligroso. Tolerancia o Intolerancia cero, acabar con la delincuencia, y meter bala fue la política de los últimos tiempos. Esta política oficial generó según el ultimo informe anual de la Correpi este dato: Las fuerzas de seguridad mata cada 60 horas a un argentino entre 15 y 25 años.

Mas allá de estos tristes datos hay que intentar que analizar que estos fenómenos están instalados mal que nos pese y premeditados por el sistema. No queda otra que reimpulsar los lazos de solidaridad para los luchadores que no bajan los brazos ni las banderas por los derechos que nos corresponden. Desde aquí los apoyamos. Y como primer medida sería bueno que la clase media se detenga un instante analizar respecto a las maniobras mediáticas a la que es sometidos diariamente. Porque el problema se arregla de una sola manera: con trabajo digno para todos. No es mucho pedir ¿no?

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