Un repaso necesario por la trayectoria de uno de los cineastas más talentosos y coherentes que tuvo América latina. Su compromiso incondicional con todas las luchas libradas por los pueblos rebeldes provocaron su desaparición en la última dictadura. Más allá de todo, su invalorable obra artística sigue teniendo la vigencia y la fuerza que siempre buscó.
"El artista no es una clase especial de hombre, sino que cada hombre es,
más bien, una clase especial de artista".
Delacroix
Desde hace varios días se siente muy cansado, le duele todo el cuerpo, las llagas del tobillo derecho donde cobijan los electrodos de la picana resultan inaguantables. La luxación del hombro derecho lo incomoda, lo pone de mal humor y le duele, pero paradójicamente ese dolor lo remite a su etapa cineasta más activa, a las jornadas de rodaje de día entero y el hombro terminaba desecho, que curioso. Le duelen los muñones y no reconoce las paredes del sótano. Esta feliz porque cree haber escuchado muy cerca una voz inconfundible, la voz de su amigo Haroldo Conti. Se ilusiona y se aferra a la posibilidad de charlar aunque sea un rato con él. Se acostumbró a la venda en los ojos y a la capucha. Desde ayer se encuentra más nostálgico que de costumbre. Una ráfaga de acontecimientos y sucesos lo atacan y se deja llevar, por que no. Acomoda esas imágenes del pasado, incluso decide guionarlas y darle una buena narración, experimentar, y volver a reírse mucho como solía hacerlo, no era mala idea. No era fácil porque todos sus amigos, colaboradores y actores le hablaban al mismo tiempo. Los tuvo que interrumpir, pidió un corte, y fue acoplando los hechos pieza por pieza, cuadro por cuadro, inició su propio filme.
Recordó cuando abandonó la carrera de cine de la Universidad de la Plata porque en aquel reducto académico todo se teorizaba y se intelectualizaba. Enfocó las interminables discusiones de mesas de café que lo alejaban, sencillamente no participaba porque supo a tiempo que no le servirían demasiado.
Ya sabía que necesitaba de un cine que testimoniara esa "realidad" social tan palpable, tan concreta como ineludible y que para otros hasta resultaba indiferente. Su primer sonrisa apareció cuando en su retina vio a Tito Vena decir su frase célebre: "Si a los personajes de las películas de Antonioni les dieras un pico y una pala, a la noche se irían todos a dormir en lugar de hablar de los problemas que tienen", aprobó con una mueca y se vio por un instante en aquellas acaloradas noches de discusión a favor del cine realista o a la tónica de Antonioni.
Esas polémicas estético políticas acerca de la función del cine y el tipo de cine que se debía realizar en los sesenta y los setenta, maduraron su temprana posición política. Se observa a él mismo y ve a aquel joven cineasta intentando lograr el equilibrio y la armonía entre la forma y el contenido. Donde a través del mensaje se concibiera en forma natural de imagen, sonido y palabras la problemática común de nuestra América, la pobreza causada por el enemigo en común, el imperialismo.
Ahora se mira, y está todo doblado en un colchón producto de la úlcera. Situación que lo traslada a la época de camarografo del noticiero Telenoche. Sus viajes a Europa y a la Cuba revolucionaria. Pasa todo demasiado rápido. Detiene su filme. Acomoda la lata y el año, 1966, realiza un plano secuencial de su estadía en las Islas Malvinas donde llega con un permiso de la reina de Inglaterra. Se ve muy joven y lo reconforta haber sido el primer realizador que captó imágenes de la vida de los kelpers.
Esas filmaciones de Nuestras Islas Malvinas emitidas por canal 13 le valieron el premio de la critica especializada como el "Impacto periodístico del año" y una úlcera que casi lo mata. De pronto oye las palabras de lamento del capitán del barco inglés que le advierte "Discúlpeme, pero si a usted le ocurre algo, nosotros lo arrojaremos al mar". Raymundo lo mira fijamente, asiente y le pide ante cualquier eventualidad, pase lo que pase no tirara sus filmaciones y la enviara a esa dirección. El mismo rollo contiene imágenes junto a su esposa en aquel soñado viaje a Cuba. También como cronista para Telenoche envía nuevamente las primeras imágenes al país diez años después del triunfo de la Revolución. En La Habana ve a un Raymundo totalmente identificado con la revolución y el punto clave donde cierra su proceso como intelectual marxista. Ve claro hacia donde apuntar la lente de la cámara de ahora en más, la importancia del cineasta revolucionario y su aporte militante a los procesos de liberación.
La nota completa en la edición gráfica Nº25
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