Buscar

Cinestada

El camino de los interrogantes

Antes de escribir sobre una película como The Matrix (en sus tres Variantes), cabe preguntarse ¿hay que escribir sobre esta trilogía? ¿Se debe teorizar sobre este entretenimiento masivo como una totalidad en sí misma? ¿Requiere The Matrix ríos y ríos de tinta que fluyan entre sus imágenes? Es probable que la única manera de responder estos interrogantes, no sea otra cosa que, justamente, desparramar palabras en busca de más interrogantes.

Los films de los hermanos Wachovski, The Matrix, The Matrix: Reloaded y The Matrix: Reovolutions; han desencadenado las interpretaciones más dispares. Desde creaciones de club de fans (estilo Star Treck, Star Wars y la Tolkien manía), hasta análisis izquierdistas lacanianos a lo Sizek y, obviamente (faltaba más) reacciones adornianas a lo Frankfurt. Surge un interrogante: que es eso que dice llamarse The Matrix. Bajo la lupa del planteo del film son las computadoras reveladas (AI: Inteligencia Artificial), salvadas del yugo del hombre, que logran tomar las riendas del asunto e invertir la relación. Son ellas las que someten y los hombres los sometidos. Pero el interrogante excede un poco a la trilogía en el microcosmos que crea, y, como no podía ser de otra manera (es decir: debo ser fiel a la línea argumentativa que se creo en este espacio, es decir el problema con el sustantivo Entretenimiento). The Matrix es un entretenimiento, factura dinero (demasiado), pero ¡Alto! No debemos caer en esa cuestión (no demasiado) y pensemos en los aciertos y las falencias de la trilogía en sí misma.

Recuerdo que tuve una especie de discusión (sana) con un viejo amigo. Yo dije que la tres (Revolutions) no me había gustado (lo que no es del todo cierto, cosa que retomaremos un poco más adelante, luego de este lapsus autobiográfico). A lo que él me respondió: "no le des tantas vueltas al asunto ¿Me vas a decir que crees en la pseudo-filosofía de Matrix? Después de todo es solo una película de ciencia-ficción". No le contesté. El domingo en un diario de "izquierda" de renombre comercial, una periodista hizo alusión al mismo comentario: los diálogos pseudo-filosóficos. Pienso que el problema radica, entonces, en la valoración que se hace sobre los géneros (policial, terror, porno, pulp, fantasía), al considerarlos, como el mismo Todorov los considera: géneros menores.

Es decir, opuestos al arte mayor (nombres en cine: los franceses, los excéntricos, los "independientes"); los géneros menores responden a estrictas reglas para un funcionamiento que rige las leyes del entretenimiento y del mercado. Pero ¿cómo explicar los elementos policiales que se filtran por las novelas del gran esteta Nabokov? Por otra parte, este pensamiento cae en que no se puede hacer "arte" en el sentido etimológico del término. Entonces no habría diferencia (volvamos a la ciencia-ficción) entre Dick y Bradbury, o entre Ursula K. Le Guin y JRR Tolkien, o entre Ballard y Asimov. Pienso que el valor radica en cómo se juega con el género. La posibilidad que brinda la ficción es justamente eso: la posibilidad de la combinación de elementos de cualquier área (aunque no libertinaje). Por lo tanto, The Matrix resulta mucho más interesante que Independence Day, veamos un poco por qué...


La nota completa en la edición gráfica Nº25

Comentarios

Autor

Fernando Krapp