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Entrevista con GIOCONDA BELLI

"Creo en el discurso femenino del gozo"

Con la excusa de charlar sobre su última novela, El intenso calor de la luna, acercamos unas preguntas a la escritora nicaragüense que une su amor por la palabra con su goce de lo femenino para tejer historias en las que las mujeres son protagonistas y motores de su propia historia.

Desandar la historia biográfica de Gioconda Belli es contar que nació en Nicaragua un 9 de diciembre, es recordar que fue parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional que derrocó al dictador Anastasio Somoza e ingresó triunfante a la ciudad de Managua. Que comenzó escribiendo poesía (y que nunca la abandonó porque incluso su escritura sigue teñida de esa cadencia) y que en 1988 escribió su primera novela, La mujer habitada, ya un clásico de la literatura, traducido a varios idiomas. Que tiene cuatro hijas e hijos y varios amores en su haber. Que siguió escribiendo y que tiene ya más de 20 libros publicados. Pero la verdadera excusa se estas líneas, de estas palabras cruzadas con Gioconda, es charlar sobre su último libro, El intenso calor de la luna, en el que una mujer de clase acomodada sufre un accidente y comienza a romper las estructuras (y ataduras) familiares y sociales que la sujetaron a ese momento para animarse a la plenitud y a la infidelidad. Hasta aquí un argumento posible, que resulta un homenaje a Madame Bovary, de Flaubert (cuyo nombre de la protagonista, Emma, además, coincide), que tiene el condimento "belliano" por naturaleza: el abordaje de temas femeninos que resultan tabús para la sociedad y, muchísimo más, para la literatura. En este caso, la protagonista comienza a transitar la menopausia y los calores acompasan los miedos impuestos: a la maternidad (utilidad) perdida, a la ausencia de placer, a la vejez, al descarte,… pero las pulsiones y el deseo comienzan a sobrevolar esos temores para dar paso a una plenitud impensada.

Intensa luna La luna siempre estuvo asociada a lo femenino por su posibilidad cíclica de renacer cada vez. Las hormonas que acompañan los ciclos que el astro nocturno realiza también todos los meses. Esa misma luna que alumbra a una Emma turbada que decide empezar de nuevo a una edad y en un momento de la vida en la que la sociedad pide calma y sosiego y decrepitud. Y así es como la buena de Emma, la cómoda de Emma, que dice: "Pienso en el tinglado que se ha armado para ocultar y hasta ocultarse a sí misma ese fondo oxidado, podrido del barco en el que ha flotado, en el que ha sido ella sola motor de conciliaciones, de negociaciones, de intentos repetidos por mantener en el cuenco de sus manos la pequeña llama del cariño. Y es que llegó el momento -y ella lo reconoce- en que no luchó más. En que claudicó y abandonó todo intento de fuga o ilusión de libertad", patea el tablero y se anima a renacer: "Ésa era la apuesta. Cincelar su camino fuera de la roca, fuera de la escultura engañosamente blanca y perfecta. Aparecer en alguna costa sonriendo, como esas estatuas recuperadas del olvido con los brazos o las piernas cortadas, incompletas pero sobrevivientes, admiradas en museos magníficos, bellas a pesar de cuanto les arrebatara el tiempo...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Nadia Fink