En nuestro país, el policial negro es un género que transita por los márgenes. Por eso, lejos de las luces y el ruido, el autor de la trilogía de novelas policiales La balada del Británico, Martín Malharro, nos cuenta qué hay detrás de ese mundo sombrío y ficcional, reflejo de ese otro más sórdido aún, donde la policía casi siempre es la principal sospechosa.
"Lo cerraron anoche", y la voz de Martín Malharro suena a una conjunción de desgano y bronca. "Mirá cómo andan todos -me dice-. Están perdidos". Malharro se refiere a los habitués del bar Británico, ubicado frente a Parque Lezama. Esos hombres y esas mujeres ahora deambulan por El Hipopótamo, buscando una mesa similar a las que comparten todos los días.
Malharro, periodista de oficio y escritor, se apiada de ellos y comparte la sorpresa. Uno de sus amigos se acerca hasta la mesa donde estamos por comenzar la entrevista y pregunta qué pasó. "Lo cerraron anoche", repite el autor de La balada del Británico, trilogía compuesta por las novelas policiales Banco de niebla, Carne seca y Calibre 45.
La mañana de Buenos Aires es puro frío que se enrosca en los huesos. El sol apenas se filtra entre los edificios de San Telmo y templa un poco el cuerpo. Después de contar en detalle el derrotero y el ocaso del Británico, Malharro no deja mucho tiempo para presentaciones formales y se lanza a hablar de una de sus pasiones: el policial negro y sus autores predilectos. En sus palabras aparecerán Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Rodolfo Walsh y Manuel Vázquez Montalbán, pero también responderá sobre sus novelas negras y cómo se desarrollan en un escenario como la Argentina, marcado por la represión policial y, en el caso de la década del setenta, por el genocidio cometido por la dictadura militar.
Contador de historias, de voz entradora, conocedor a fondo de la técnica de la escritura y profesor universitario, la charla de Sudestada con Malharro es una guía sobre el policial negro, ese género de "los márgenes", como bien lo dice el autor de La balada del Británico. Y en su caso, un género condimentado por un bar emblemático de Buenos Aires, donde aparece Mariani, el detective-protagonista, un hombre mediocre y gris que, como destaca Malharro, aplica la justicia de los bordes en contraposición a las leyes de las instituciones. Y también aparecen el Gordo Demarchi, ladero fiel de Mariani, o Rosita, personajes tomados de la realidad cotidiana de Malharro. Personajes que les dan vida a las tramas de la trilogía, en la cual la represión estatal aparece en primera escena.
"El policial negro es el género por antonomasia denunciador -arranca el escritor, nacido en la cordobesa Bell Ville-. Es el que te permite, desde una supuesta ficcionalización de la realidad, retratar esa misma realidad. Hoy en día, quien mejor retrata la realidad, la denuncia y exhibe las pústulas e inequidades que tiene este sistema, es la novela negra. Así como Manuel Vázquez Montalbán retrataba las pústulas y los trasfondos de esa Catalunya ‘feliz', Chandler te retrataba la podredumbre de un sistema que desde afuera de la vidriera se veía como el Sueño americano refulgente, lleno de luz, brillante. Hammett hizo lo mismo. Hoy por hoy, el gran vehículo narrador y denunciador es el policial negro, por eso tiene vigencia".
-¿Y en la Argentina cómo retrata y denuncia el policial negro esa podredumbre de la que hablás?
-Depende de la época. Siempre pienso que el policial negro en nuestro país nace con Operación Masacre. Esa es la podredumbre: una Revolución fusiladora que escondía los cadáveres en los basurales y hacía desaparecer gente. ¿Qué literatura teníamos que iba a retratar eso?
Indudablemente, teníamos una literatura buena, con (Jorge Luis) Borges, (Manuel) Mujica Laínez, Silvina Ocampo y todo lo que ustedes quieran. Pero desde esas voces no se iba a retratar la realidad, hasta que aparece Rodolfo Walsh, que es el padre del género negro en la Argentina. Soy un lector empecinado de Walsh, principalmente de Operación Masacre y digo: ‘acá está todo'. No solo empezó el periodismo de investigación, sino que empezó el relato negro. No es casual que Walsh viniera del policial, tampoco que viniera de traducir novelas policiales norteamericanas. En la década del setenta, en la Argentina había un gran proyecto de la novela policial negra. Es cuando empieza a darse a conocer, por ejemplo, Osvaldo Soriano, y la dictadura rompe eso que iba a ser una magnífica escuela y se posterga durante años.
-¿Y se pudo retomar esa escuela?
-Creo que tenemos cuentas pendientes. Me reía porque mi editor decía que de tres novelas, dos son setentistas y sobre la dictadura, y es porque a mis fantasmas los vehiculizo hacia la novela policial negra. Probablemente no escriba más novelas sobre los setenta, pero ahí tenemos un nudo histórico. La novela negra siempre se va a acercar a ese precipicio que hemos vivido durante la dictadura y va a reflejar las historias. Mi primera novela (Banco de niebla) trata sobre la Triple A, y no fue casual...
(La nota completa en Sudestada N° 132 - septiembre 2014)
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