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Editorial 1

Preguntas para nunca olvidar

¿Y si la política no fuera otra cosa que una máquina bien aceitada para cerrar negocios y los funcionarios de turno, apenas gestores de esta transa calificada?

¿Y si la política no fuera otra cosa que una máquina bien aceitada para cerrar negocios y los funcionarios de turno, apenas gestores de esta transa calificada? ¿Y si en lugar de resucitar la extinta "Teoría de los dos demonios" a la hora de sentar posición desde Cancillería con respecto a la criminal ofensiva de Israel sobre Palestina, el Estado argentino tuviera la valentía de decir la verdad y no preocuparse por el poder de lobby de sus aliados? ¿Y si intelectuales con espíritu progresista, como el chaqueño Mempo Giardinelli, eligieran narrar la salvaje represión policial en su provincia sin poner el eje en "el reclamo necio y muchas veces conducido por maximalistas y oportunistas, montados sobre una legítima protesta" y se preocupara un poco por cuestionar la moralidad del gobierno provincial? ¿Y si los medios de comunicación de uno y otro bando se molestaran por conocer el trasfondo de la lucha de los trabajadores de Lear y de Gestamp, que pelean por defender sus puestos de trabajo y se enfrentan a los burócratas sindicales del SMATA, rancios aliados macartistas del poder de turno? ¿Y si la derecha argentina fuera capaz de engendrar un monstruo más perverso que el patético rejunte de candidatos que hoy pelean por ver quién se posiciona más a la derecha del escenario nacional? ¿Y si en vez de festejar en la prensa orgánica la firma de acuerdos con China, se preocuparan por la situación de los inundados del nordeste argentino? ¿Y si alguien pudiera organizar una resistencia conjunta al cierre masivo de espacios culturales ordenado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? ¿Y si la voz de los vecinos de Malvinas Argentinas fuera más potente que los palos de la policía cordobesa que defienden los intereses de Monsanto? ¿Y si se hubieran ocupado de mejorar un poco el ferrocarril Sarmiento y no hubiese sido necesario esperar 52 muertes para que algún funcionario reparara en el pésimo estado del transporte de pasajeros? ¿Y si los candidatos que ya intentan posicionarse de cara a 2015 no diseñaran sus campañas millonarias con dinero de fondos públicos? ¿Y si alguien intentara detener a la banda delincuencial más poderosa del país, la policía, o al menos borrar de sus manos el negocio del narcotráfico y la trata de blancas? ¿Y si en vez de jactarse de ser ejemplares "pagadores seriales" de una deuda ilegal, ilegítima e impagable y de sentirse estafados por la carroña de ese "capitalismo en serio" que tanto anhelan en la Casa Rosada, alguien se atreviera a proponer no pagarle un peso más a esa banda de extorsionadores y usureros? ¿Y si en vez de imaginarse la capital porteña como una chequera gigante para cerrar negocios inmobiliarios, alguien impulsara el proyecto para urbanizar las villas? ¿Y si algún burócrata despierto atendiera el reclamo salarial docente antes de que se desate un nuevo conflicto y los medios vuelvan a demonizar a quienes reclaman lo que les corresponde? ¿Y si al mismo tiempo tiempo que nos negamos a ceder el yacimiento de Vaca Muerta a los buitres del "capitalismo en serio", también nos negáramos a que Chevron se apropie de las riquezas naturales? ¿Y si algún periodista en los medios del negacionista del genocidio israelí, Sergio Spolsky, se levantara y decidiera no seguir trabajando para el patrón que legitima el asesinato de 600 palestinos? ¿Y si todas estas preguntas sirvieran apenas como libreta de apuntes para nunca olvidarse de las cuentas que quedan pendientes entre ellos y nosotros?

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