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Musiqueras

Lucina Ferraris: "Voy hallando mi propia voz"

Se amalgaman las memorias en los hilos de una historia, un recuerdo pendiente, un futuro. Lucina Ferraris es la hija de Jacinto Piedra, el mítico cantor de la música popular que revolucionó la forma de cantar y de vivir, sin prejuicios, sin miedos, las tradiciones de Santiago del Estero rumbo a nuevas formas. Fallecido trágicamente en 1991, Jacinto había integrado agrupaciones icónicas de la música argentina como Músicos Populares Argentinos y "Santiagueños", y con los años, a la par del mito local y universal, se fueron completando escenas y certezas sobre su vida. A los 25 años, Lucina Ferraris recuerda la impronta de su padre y devela junto a Sudestada su propia historia rumbo al futuro. Sus deseos y sus caminos junto a varios de los mejores músicos populares de esta generación.

En su rostro está el rostro. En las facciones de rústica suavidad de Lucina Ferraris están las de su padre, Ricardo Manuel Gómez Oroná. El nombre inicial del que encendió a Santiago del Estero y al que nadie olvida: Jacinto Piedra. La voz deslumbrante de la cultura folklórica de su provincia proyectada al mañana. El iluminador nocturno de cantos en chacareras que se volvió leyenda tras su muerte a los 36 años: la madrugada del 25 de octubre de 1991, rumbo a un bar, el coche en que lo llevaban (manejado por algún cumpa ocasional de la noche) volcó en un cruce de ferrocarril en el Paraje San Carlos, La Banda.

Entonces se elevó el mito. El dolor y la voz. Y el recuerdo en afectos lejanos fue cantar sus canciones, imaginar abrazos, volverlo a ver. Estar con el cantor-ícono o llevarlo consigo. Así también lo trae con ella Lucina Ferraris: en los aires indios de su rostro. En su bella voz dolida, sin imitación, con memorias en oídos diversos, en la urgente búsqueda de su completa identidad.

Hoy, a los 25 años, Lucina María Eva Ferraris afianza su voz, su escuela de canciones y su fuego: va creando, acompañada de hacedores que también traen a Jacinto en sus almas, y capta músicas por delante. "Hubo un tiempo -cuenta- en que mis amigos me decían: ‘¿Por qué no cantás?'. Yo no lo hacía, ni guitarreando ni nada: no me sentía cómoda. ¿Cómo iba a pararme delante de muchos si me temblaban las piernas? Era algo muy íntimo. Todavía no pensaba que la voz fuera mi instrumento. Yo digo que descubrí que cantaba. Porque no lo sabía".
Lucina Ferraris nació en La Plata el 8 de marzo de 1989, el Día Internacional de la Mujer, justo dos años antes de aquel accidente fatal que volvió eterno a Jacinto Piedra y marcó a su generación -y las que vendrían-, por la revolución sonora que trajo con su voz siguiendo a su amigo de la infancia: Peteco Carabajal. Por su impronta rockera para vivir lo tradicional e ir más allá del conservadurismo telúrico de los años 80: "Santiagueños", se habían llamado los dos, junto con el bailarín Juan Saavedra, al volver al pago para latir un nuevo repertorio que atrapó a todos...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Patricio Féminis