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Nuestra América

La caída del Chapo Guzmán. El otoño del Rey Narco

Semanas atrás, capturaron en México al narcotraficante más buscado del mundo. El hombre que supo transnacionalizar el negocio de la droga y legalizar fortunas con la complicidad de banqueros, políticos y uniformados. El sanguinario delincuente que trabajó para la DEA como informante. El personaje de leyenda que zafó de las balas y prefirió negociar una entrega sin épica, sin mito, dispuesto a seguir contando billetes por el resto de sus días.

Ni un disparo. Apenas un portazo en la habitación 401 de un modesto hotel en Mazatlán, un par de trompadas y nada más. Eso les alcanzó a los agentes de la marina mexicana para capturar al hombre que, después de Osama Bin Laden, ocupaba el dudoso privilegio de ser el criminal más buscado de todo el planeta. Parece poco. El capo de uno de los cárteles más poderosos, el de Sinaloa, que trafica el 25 por ciento de la droga que se consume en Estados Unidos; el sanguinario narco de 56 años a quien se le adjudican al menos 3 mil muertes, por quien la DEA ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares y la revista Forbes le estimaba una fortuna personal superior a 1.000 millones de dólares, fue detenido desarmado, sin una custodia de seguridad mínima a su alrededor, mientras cocinaba junto a su esposa y a partir de la filtración de una llamada de su teléfono satelital. Así de sencillo. Ni siquiera un sicario vigilaba la entrada del hotel donde se hospedaba quien el centro de pensamiento texano Stratfor (también conocido como "la CIA en las sombras") definía como el eje de una red que distribuye droga en cuarenta países y que blanquea dinero a través de al menos 288 empresas en una decena de países. Ni uno de sus hombres advirtió el despliegue de agentes de la marina que subieron por las escaleras hasta el cuarto piso, donde un descuidado delincuente freía unos frijoles de cara a un ventilador, sin armas al alcance de sus manos. Si a la cadena de suspicacias se añade que Barack Obama había pisado el aeropuerto de Toluca para saludar a un debilitado Peña Nieto en el Palacio Presidencial apenas dos días antes de ese sábado 22 de febrero, y si sumamos también la oportunísima edición de la revista Time del 24 de febrero (dos días después de la caída del capo), con Peña Nieto posando en la tapa y el elocuente título "Saving Mexico" ("Salvando México"), el caso ya parece una provocación para cualquier analista conspirativo...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Hugo Montero